Una Odisea, Daniel Mendelshon, p. 381
La angustia omnipresente que
domina la apertura de la Odisea, la incertidumbre aparentemente insoluble que aflige
al hijo, y a la esposa, y que preside el hogar del héroe ausente, queda
simbolizada en un motivo memorable, aunque macabro: una tumba vacía, un cuerpo
desaparecido. Según avanza el poema, son varios los personajes que lamentan el
hecho (según ellos lo valoran) de que Odisea, de quien se supone que ha muerto
en el mar, no esté enterrado. El padre, marido, rey ausente no tiene tumba, ni túmulo
-montecillo artificial con que los griegos de la Edad del Bronce marcaban la
presencia de un cuerpo muerto-; sin inscripción que indicara quién era ni
cuáles habían sido sus hechos. «Si hubiera sucumbido entre sus compañeros, en
Troya -se lamenta Telémaco en el Canto I-, los griegos le habrían levantado un
túmulo ... Pero las tempestades se lo han llevado sin Gloria.» Que los muertos
quedaran sin sepultar era una posibilidad que generaba en los griegos un
especial horror, ya evidente en los primeros versos de la Ilíada, en cuyo
proemio se expresa con revulsión la idea de que algunos de los héroes muertos
en Troya han servido de «comida de perros y toda clase de aves». Una
pronunciada angustia cultural ante los cuerpos insepultos resulta evidente en
otros muchos mitos griegos. Es crucial, por ejemplo, en la historia de la hija
de Edipo, Antígona, mito que teatraliza Sófocles en su tragedia del mismo
nombre, escrita trescientos años después de la gestación de los poemas
homéricos: la joven princesa Antígona arriesga su propia vida al enfrentarse a
la cruel ley que prohíbe el enterramiento de su hermano, traidor al Estado. Lo
interesante es que la obra parece reivindicar la postura de Antígona, porque su
antagonista, el rey que ha promulgado la norma, acaba cediendo y es él mismo
quien entierra al joven. La idea de que todo el mundo merece un entierro
decente, incluso los malvados y los criminales, se remonta a la propia Odisea.
En el Canto III se nos cuenta que los asesinos de Agamenón no solo fueron
enterrados juntos en una tumba común, sino que también se les aplicaron los ritos
fúnebres, tras haberles dado muerte, en venganza, el hijo del general.
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