La palabra griega para tumba que
utiliza Elpenor cuando le pide a Odisea que le «eleve un túmulo» es sema. Puede
significar «sepultura» o «tumba», pero este es su sentido derivado; el
significado primario es «signo» o «señal», significado que pervive, por
ejemplo, en nuestro término semiótica, que se aplica al estudio de signos y
símbolos, a la teoría filosófica del origen del significado. Para los griegos
que las construían, las tumbas o semata (plural de serna) que tanto destacan en
la Odisea eran un medio de transmitir información sobre sus ocupantes; estaban
ahí para narrar historias. En el Canto I, por ejemplo, un personaje lamenta el
hecho de que Odisea, por quien nunca llegó a alzarse un túmulo en Troya, no
vaya a conocer la «fama» -afirmación que nos indica hasta qué extremo se supone
que la tumba «habla» sobre su morador-. De modo similar, en el Canto XI,
Elpenor afirma que su sema, ornada con el remo que es símbolo de su oficio en
la vida, suministrará información sobre su persona a las generaciones venideras.
Y el altar que Odisea recibe orden de dedicar a Poseidón, también descrito en
el Canto XI, está concebido igualmente para contar una «historia»: la historia de
un enemigo de Poseidón que consigue la paz mediante el procedimiento de presentar
al dios entre los hombres que hasta entonces no han podido conocerlo.
Además de señalar las diversas
tumbas y monumentos conmemorativos asociados con Odisea durante su largo e
insólito recorrido, la palabra sema aparece otra vez en la Odisea, aunque en un
contexto no tan lúgubre. Es en el Canto XXIII, cuando el ofendido Odisea, a
quien ha confundido la hábil triquiñuela de Penélope, describe con amoroso
detalle la cama que él ha construido para ambos, la cama cuyo revelador secreto
era que no podía cambiarse de sitio. Al final de su apasionado parlamento, Odisea
se refiere al secreto de la cama llamándolo serna, la «señal» entre Penélope y
él, el símbolo de su inamovible unión.
Todo lo cual viene a decirnos
que, en el mundo de la Odisea, una sema es una historia hecha visible: el
monumento, el montículo, el remo, la cama ... todos ellos son señales que, para
quienes saben leerlas, relatan las historias con tanta claridad como lo hace el
relato en que se incluyen las semata, el cuento que nos cuenta el poeta.
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