«Llámame Marvin»
Suena el timbre del dictáfono de
la mesa de Marvin Schwarz. El agente de la William Morris presiona con el dedo
la palanca del aparato.
-¿Me está llamando por mi cita de
las diez y media, señorita Himmelsteen?
-Sí, señor Schwarz -dice la
vocecita aguda de su secretaria por el minúsculo altavoz-. El señor Dalton le
está esperando fuera.
Marvin vuelve a presionar la
palanquita.
-Cuando a usted le venga bien,
señorita Himmelsteen.
Se abre la puerra del despacho de
Marvin y la primera en entrar es su joven secretaria, la señorita Himmelsteen.
Se trata de una joven de veintiún años y filosofía hippy. Lleva una minifalda
blanca que deja al descubierto sus piernas largas y bronceadas, y el pelo largo
y castaño recogido en unas coletas estilo Pocahontas que le cuelgan a ambos
lados de la cabeza. Detrás de ella, entra el apuesto actor de cuarenta y dos
años Rick Dalton, con su característico tupé castaño y reluciente.
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