Erase una vez en América, p. 64
El Salón de la Fama de los
Bebedores es una cómoda taberna de ambiente nostálgico para residentes de San
Gabriel, actores y músicos. Las paredes están atiborradas de recuerdos de
famosos ciudadanos de Hollywood que echaron a perder sus vidas a causa de la
bebida. Los cuatro pósteres de mayor tamaño, enmarcados en la parte más alta, es decir, honorífica, pertenecen a los cuatro
santos patrones del bar.
W C. Fields con su chistera gris,
mirando una mano de cartas de póquer; Humphrey Bogart en una pose sexy con su
gabardina y su sombrero de fieltro de ala vuelta; John Barrymore en su época de apuesto actor de cine mudo,
exhibiendo su famoso perfil, y finalmente Buster Keaton con sombrero de copa
baja y chaleco negro típicos de sus días más gloriosos del cine mudo.
Otros bebedores famosos decoran
la parte alta del bar, por encima de los estantes de botellas, en fotografías
enmarcadas de veinte por veinticinco,
que ya se han puesto amarillentas o de color marrón. Algunas son fotos
publicitarias, otras son de películas y algunas están dedicadas personalmente
al bar: Lee Marvin con la camisa blanca y el chaleco negro de Liberty Balance,
mostrando ante la cámara una sonrisa lasciva (dedicada por Lee al Salón de la Fama);
Sam Peckinpah, con un pañuelo rojo atado a la cabeza, junto a una cámara de
cine, señalando algo (dedicada por Sam al bar); el fornido Aldo Ray con
camiseta de tirantes sudorosa en un fotograma de La pequeña tierra de Dios
(dedicada por Aldo al barman, Maynard); una foto bastante reciente de un
corpulento y mofletudo Lon Chaney Junior (dedicada por Lon al bar); Martha “Bocaza” Raye mirando a cámara con
unos ojos como platos y la boca muy abierta en una cómica foto publicitaria de
los años treinta (sin dedicatoria), y Richard Burton en un fotograma de La noche
de la iguana (sin dedicatoria).
En la esquina izquierda del bar,
en torno a una máquina de escribir antigua, hay cuatro fotografías en marcos de
pie de escritores alcohólicos famosos: F. Scott Fitzgerald, Ernest Hemingway, William
Faulkner y Dorothy Parker (todas sin dedicatoria).
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