LA MÁQUINA DE RAYOS EQUIS
Este comienzo no es el principio,
pero puede que sea una buena manera de empezar. En la primera mitad de los años
noventa, el aeropuerto de Almería vivió una de sus transformaciones más
importantes. Como suele ocurrir con estos asuntos, el ministerio decidió
ampliar la pista de despegue y aterrizaje sin tener en cuenta a los vecinos de
los barrios aledaños. Eso se tradujo en protestas y manifestaciones que, aunque
no llevaron a ningún lado, trajeron de cabeza a los políticos locales y
regionales de aquellos años. Como mi barrio era el más afectado por aquella
descomunal obra pública, los vecinos salieron a la calle a llevarse por delante
a quien fuera necesario. Yo mismo, siendo un niño de apenas nueve o diez años,
me recuerdo sentado en mitad de la carretera nacional 340, o intentando acceder
a la terminal de salidas -que era la misma que la de llegadas- con el rostro
cubierto por la camiseta, o apedreando los camiones que movían perezosamente la
tierra de un lado a otro o llamando hijos de puta a los periodistas de
Televisión Española, sin siquiera saber por qué. La típica historia de David
contra Goliat.
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