PRÓLOGO
(a la edición de 2006)
La primera edición de La invasión
es de 1967 y no he vuelto a publicarlo desde entonces. V arias veces estuve por
reeditarlo y siempre me distrajeron otros proyectos. En un sentido me gustaría
imaginarlo como un manuscrito perdido y vuelto a encontrar; una obra olvidada
en un cajón.
Cuarenta años es un buen plazo
para saber si un libro resiste el paso del tiempo. No necesariamente es este el
caso, ni tampoco la supervivencia es una virtud en sí misma (muchos libros pésimos
han sobrevivido y libros excelentes han sido negados), pero de todos modos si
me decido a publicarlo es porque no le veo demasiadas diferencias con los
libros que he escrito desde entonces. N o me parece que un escritor escriba
mejor a medida que avanza o que mejore con los años (a menudo es más bien al
revés). A la larga pensarnos que escribimos distinto y siempre escribimos del
mismo modo, con los mismos errores y los mismos -escasos y siempre sorpresivos-
aciertos.
He releído y revisado varias veces
los diez cuentos de la edición original y he realizado varias modificaciones y
algunos ajustes. En general se trató sobre todo de corres y de supresiones. Ya sabemos que -como decía Hemingway- todo lo que
podamos sacar de un cuento lo va a mejorar. El único relato que reescribí por
completo fue “Tarde de amor”. No me convencía la primera versión y poco tiempo
después de publicar el libro volví a escribirlo manteniendo la situación
inicial pero cambiando los personajes.
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