Transbordo en Moscú, Eduardo Mendoza, p. 69
-El principal producto de
exportación de Inglaterra es el estilo. Nadie intenta copiar el carácter, la
conducta o los modales de un alemán o de un italiano, y no digamos los de un americano
o un ruso. Incluso quienes lo son procuran ocultarlo y se sienten halagados si
les dicen que no parecen ser lo que son. En cambio, a todo el mundo le gusta
que le tomen por inglés. O lo que pasa por ser el prototipo de un inglés.
Obviamente, se trata de un burdo fraude. No digo que en Inglaterra no haya
personas que respondan a la imagen del gentleman. También debe de haber
españoles divertidos, franceses galantes y chinos taimados, como los pintan en
las películas. Pero son la excepción a la regla. El inglés medio es un ser
atroz. Todo el poderío inglés proviene de la revolución industrial. Eso duró un
par de siglos. Luego la industria se fue a otras latitudes y aquí se quedó el
proletariado. Hoy en día somos una nación de hombres ineptos y rudimentarios.
Por suerte, el fútbol canaliza las energías de este ejército de brutos
desocupados. Si un día la realidad trascendiera de nuestras fronteras, adiós al
ideal del inglés acicalado, pudiente, con unos modales exquisitos y un innato
desprecio por el resto de la humanidad.
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