Transbordo en Moscú, Eduardo Mendoza, p. 120
No exagero al decir que Gdansk
fue hasta hace muy poco la llave del Báltico. Por esta causa participó
activamente en las llamadas cruzadas del Norte, y aquí dirimieron sus
diferencias reyes y príncipes, por no hablar de la orden de los Templarios, la
de los Caballeros Teutones y la de los Hermanos de la Espada de Livonia. Posteriormente,
Gdansk formó parte de la Liga Hanseática: ustedes habrán observado la
influencia holandesa en las construcciones, tan similares a las casas nobles de
Amsterdam o Utrecht, por citar dos ejemplos. El viento de la Historia, siempre
cambiante, a menudo tormentoso, quiso que la ciudad pasara a pertenecer al
reino de Prusia, con el nombre de Danzig, por el que es más conocida en el
mundo entero. Durante siglos, Danzig fue una ciudad populosa, próspera,
cosmopolita y culta. Algunos de sus hijos han adquirido justo renombre
universal. Así Gabriel Fahrenheit, que aquí nació y realizó sus estudios, aunque
fue en Amsterdam donde hizo su invento señero: el termómetro de mercurio, si
bien echó a perder su utilidad práctica al fijar el punto de congelación del
agua en los 32 grados Farenheit y el de ebullición en los 212 grados Farenheit,
con el consiguiente desconcierto de quien debe usarlo. También nació en Danzig
el filósofo Schopenhauer, hombre excéntrico y avinagrado.
Hizo una pausa para ver si
habíamos asimilado aquella información y si deseábamos hacer alguna pregunta,
y, ante nuestro atento silencio, se sirvió un vaso de vodka, lo apuró de un
trago y prosiguió.
-Finalizada la Primera Guerra
Mundial, Danzig fue devuelta a Polonia y pasó a llamarse Gdansk.
Unos años más tarde, Hitler
reclamó la ciudad y el corredor que la une a Prusia, como antes había hecho con
la región de los Sudetes. Cuidado, no quiero decir que Hitler fuera un buen
tipo. Hizo cosas censurables. Pero en el caso de Danzig, no le faltaban razones
de peso. El SS por ciento de sus ciudadanos eran de etnia y lengua alemanas. Si
les hubieran preguntado a ellos, no sé cuál habría sido el resultado de la
consulta. Pero eso no se le ocurrió a nadie, o nadie quiso hacerlo. El gobierno
polaco se cerró en banda y empezó un tira y afloja: el uno que sí y que sí, y
los otros, que no y que no, hasta que, harto de porfiar, al Führer se le
hincharon las narices y dijo: conque ésas tenemos, ¿eh? Pues vais a ver. Porque
no sé si ustedes saben que Hitler era austriaco y los austriacos y los polacos
siempre han andado a la greña. Total, que envió a la Luftwaffe y en unas horas
de Gdansk ya no quedaba nada. Inglaterra y Francia tomaron cartas en el asunto,
Stalin no podía quedarse de brazos cruzados ... Total: la destrucción completa
de Polonia en unos días y, eventualmente, la de Alemania también.
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