Hablemos de langostas, DF Wallace, p. 33-34
17. De acuerdo con Dick Filth, el
embrollo empezó cuando Hecuba se coló en la fiesta y fue avistado por la
señorita Nici Sterling, sobre la cual el señor Hecuba había dicho en una reseña
reciente de una película que no estaba claro si ganaría alguna vez un concurso
de belleza, pero estaba claro que sabía chupar pollas. Parece ser que fue la
broma del concurso de belleza lo que hirió los sentimientos de la señorita
Sterling, que al ver a H. H., y experimentando esa relajación de las
inhibiciones sociales por la que son famosas las fiestas de todas clases, se
fue directa hacia Hecuba, soltó un par de improperios a todo volumen y trató de
propinarle al periodista un golpe cruzado de derecha con la palma abierta,
momento en el que H. H. tuvo la bastante presencia de ánimo (ayudado tal vez
por los tacones de quince centímetros que hacían que el equilibrio de la
señorita Sterling fuera precario y la obligara a mandar el golpe por telégrafo)
como para agarrarle la mano antes de que esta consiguiera mandarle las trifocales por los aires. Y en ese momento, a
su vez, la señorita Jasmín Saint Claire, al ver que Harold Hecuba estaba
agarrando la mano en alto de una agitada y desequilibrada Nici Sterling, se
deshizo del marcaje de metro de ancho de Ron “el Erizo” Jeremy, saltó sobre la
espalda de Hecuba y empleó lo que Filth aseguró que fue una presa de cuello
estilo policía de Los Ángeles de lo más auténtica e impresionante, provocando
que Hecuba diera un giro de 360 grados en un esfuerzo para sacarse de encima a la señorita Saim Claire
mientras todavía tenía oxígeno en el cerebro para hacerlo, lo cual mandó a la
señorita Sterling contra Randy West y le deshizo el peinado al señor West por
primera vez desde que a la industria le alcanzaba la memoria, además de
provocar (por lo que Filth creía recordar) que las trifocales especiales
autotintadas de H. H. salieran disparadas, volaran trazando un arco de una
punta a otra de la sala y aterrizaran en
el escote prohibido de la señorita Christy Canyon, de donde nunca se
recuperaron (las gafas) ni se supo nunca más.
Filth también explica que el
Incidente Sterling no fue más que la punta del iceberg o la paja del camello en
lo tocante a la relación entre Jasmin Saint Claire y Harold Hecuba. Parece ser
que H. Hecuba también le había hecho una entrevista hacía poco a J. St. C. en
la que ella había revelado a nivel
personal que había cogido la cantidad más bien astronómica de dólares que
estaba ganando gracias World’s Biggest Gang Band 2 y la estaba invirtiendo en
una (bastante cutre, daba la impresión) cadena de máquinas expendedoras de
chicles pornográficos por toda a costa
de California, y Hecuba había elegido incluir dicha revelación en la entrevista
publicada, y al parecer la señorita Saint Claire se puso furiosa porque Hecuba
hubiera hecho pública su estrategia secreta de inversión, convencida de que
ahora todo el mundo iba a querer meterse en el negocio de las máquinas expendedoras
de chicles de temática para adultos y que eso iba a saturar el mercado, de
manera que ya hacía tiempo que Jasmin Saint Claire se la tenía jurada a Harold
Hecuba, y es más que posible que viera el Incidente Sterling más como una
excusa conveniente que como lo que parecía ser el rescate de una colega en
apuros: D. Filth dice que el debate acerca de las motivaciones que provocaron el
fiasco de la presa de cuello/giro de 360 grados/peinado/escote lleva ya veinte
meses coleando con vigor y asumiendo múltiples formas.
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