La chica del pelo raro, DF Wallace. p. 119
-Puedes objetar que esto es muy fácil
de decir, pero creo que lo han tenido todo muy fácil en la vida, joder. Esos
jóvenes que son yippies y se manifiestan y usan la violencia y hacen actos
públicos. Se lo dimos todo hecho, chaval. Mejor dicho, a sus padres. A los
jóvenes de mi generación. Y estos jóvenes de ahora dicen que están cabreados.
Nunca han tenido que preocuparse ni sufrir ni pasarlo mal en realidad. No
conocieron la gran depresión y no saben qué es estar triste. -Me miró-. ¿A ti
te parece que eso está bien?
Le devolví la mirada.
-Me parece que estoy empezando a
creer que a lo mejor la gente necesita un poco de sufrimiento. ¿Sabes lo que
implica eso? Implica que tal vez toda nuestra agenda de programas domésticos es
incorrecta, chaval. Voy camino de pensar que algo huele mal justo en el medio
de todo esto. -Inhaló con la nariz, viendo cómo los manifestantes bailaban-.
Estamos evitando el sufrimiento de la gente con todos esos programas domésticos
-dijo- y no les damos nada para reemplazarlo. Míralos cómo bailan ahí delante,
gritando “vete a tomar por el culo”, como si ellos hubieran inventado los culos
y me hubieran inventado a mí, al presidente, mira hacia allí y verás lo que veo
yo ahora. Veo un puñado de animales que necesitan un poco de sufrimiento para
ser americanos de verdad por dentro, chaval, y si no somos nosotros quienes les
damos un poco de sufrimiento, ellos mismos irán a buscarlo por su cuenta. Se apropiarán
del sufrimiento de unos jóvenes asiáticos que están atrapados en la lucha entre
dos bandos. Irán, cogerán el sufrimiento de aquella gente y se lo apropiarán.
Ese sufrimiento les estimula, hijo. Estoy empezando a creer que la juventud de
América necesita algún estímulo genuino. Esos jóvenes de ahí fuera se están inventando
sus propios estímulos. Se los están inventando por completo, usando como
pretexto a un puñado de jóvenes asiáticos que no se agacharían para ayudar a tu
mamá a hacer pis. Nosotros, sus líderes, no les damos nada de lo que quieren.
Piensan que la prosperidad y el liderazgo son aburridos. Dios bendiga el
patetismo general de sus almas. -Aplastó la nariz contra el cristal de la ventana.
Viéndolo allí delante tuve una visión fugaz de un niño frente a una tienda de
dulces.
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