Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

LA BUENA EDUCACION

pero luego se acordó de lo que Baby había dicho: ''Tendríamos que estudiarlo bien", y todo lo que esa frase llevaba implícito: «Eres propiedad nuestra y antes o después tendrás que  Aceptarlo. Es absurdo que sigas pretendiendo que eres independiente”.
Hacía ya muchos años que Dick no le guardaba rencor a ningún ser humano: desde que, siendo estudiante de primer año en New Haven, había caído en sus manos un libro muy popular sobre higiene mental. Pero en aquel momento estaba tratando de contener la indignación que Baby le provocaba; su insensibilidad insolente de mujer rica creaba en él resentimiento. Tendrían que pasar cientos de años para que nuevas generaciones de amazonas llegaran a comprender que un hombre es vulnerable únicamente en lo que atañe a su orgullo, pero que una vez herido en su orgullo se vuelve tan frágil como Humpty-Dumpty, si bien algunas mujeres reconocían cautelosamente ese hecho de dientes afuera. La profesión del doctor Diver, que consistía en clasificar las cáscaras rotas de otra clase de huevo, le había infundido horror hacia cualquier tipo de rompimiento. Sin embargo:
-Se abusa demasiado de los buenos modales –dijo Dick cuando regresaban a Gstaad en el suave trineo.
-A mí me parece que están muy bien -dijo Baby.

-No, no lo están -insistió Dick al bulto de pieles anónimo-. Los buenos modales equivalen a reconocer que todo el mundo es tan delicado que se le tiene que tratar con guante blanco. Pero el respeto a los demás es otra cosa. A un hombre no se le puede llamar cobarde o mentiroso a la ligera, pero si uno se pasa la vida tratando de no herir los sentimientos de los demás y alimentando su vanidad, acaba por no saber qué es lo que debe respetar en ellos.

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