De El misterio de la cripta embrujada, p.120.121
INTERLUDIO INTIMISTA: LO QUE YO
PENSABA
-ES EN VERDAD curioso -dije- cómo
la memoria es el último superviviente del naufragio de nuestra existencia, cómo
el pasado destila estalactitas en el vacío de nuestra ejecutoria, cómo la
empalizada de nuestras certezas se abate ante la leve brisa de una nostalgia.
Nací en una época que a posteriori juzgo triste. Pero no voy a hacer historia:
es posible que toda niñez sea amarga. El transcurso de las horas era mi
lacónico compañero de juegos y cada noche traía aparejada una triste despedida.
De aquella etapa recuerdo que arrojaba con alegría el tiempo por la borda, en
la esperanza de que el globo alzara vuelo y me llevara a un futuro mejor. Loco
anhelo, pues siempre seremos lo
que ya fuimos.
"Mi padre era un hombre
bueno e industrioso que mantenía a la familia fabricando lavativas con unas
latas viejas de combustible muy en boga en aquel entonces por el uso extendido
de un artilugio denominado petromax, hoy suplantado con ventaja por la
abundancia de energía eléctrica. Unos laboratorios farmacéuticos suizos
aposentados en España al amparo del plan de estabilización dieron al traste con
el negocio. Fue papá hombre de suerte variable: de la cruzada fratricida del 36-39
salió mutilado, ex-combatiente y ex-cautivo de ambos bandos, lo que sólo le
reportó trasiegos burocráticos, pero no recompensa ni castigo. Obstinadamente rechazó
las pocas oportunidades que le deparó la fortuna y aceptó a ciegas todos los espejismos que el diablo tuvo a bien poner a
su paso. Nunca fuimos ricos y los escasos ahorros que hubiéramos podido reunir
le perdió papá apostando en las carreras de ladillas que se celebraban los
sábados por la noche en la cantina del barrio. Por nosotros sentía un desapego
posesivo; sus muestras de cariño eran sutiles: tuvieron que pasar muchos años
para que las interpretásemos como tales; su muestras de irritación, en cambio,
eran inequívoca: nunca precisaron exégesis.
"Con mamá todo era distinto.
Nos profesaba un auténtico amor de madre, absoluto y destructivo. Siempre creyó
que yo sería alguien; siempre tuvo conciencia e que yo no valía para nada;
desde el principio me hizo saber que perdonaba de antemano la traición de que según
ella, tarde o temprano la haría víctima. Por el escándalo aquél de los niños
tullidos y el congreso eucarístico, que no creo que recuerdes, pues serias tú
una niña si es que habías nacido ya, fue a parar a la cárcel de mujeres de Monjuich.
Mi padre opinó que todo aquello era una maquinación urdida con el solo objeto e
molestarle. Mi hermana y yo visitábamos a mamá los domingos en el locutorio y
le llevábamos a hurtadillas morfina sin la cual no habría podido soportar con
alegría el encierro. Había sido mi madre persona activa trabajando muchos años
como mujer de hacer faena que es como el vulgo llama al servicio doméstico supernumerario,
aunque los trabajos le duraban poco por su incontrolable afán de robar de las
casas los objetos más visibles, tales cuales relojes de pared, butacones y, una
vez, un niño. Con todo y eso, no le faltaban hogares que atender, pues la demanda
era entonces y. por lo que oigo, es ahora, superior en mucho a la oferta y la
gen haragana está dispuesta a tolerar cualquier cosa a cambio de hacer poco.
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