Pla agoniza
El final empezó medio año atrás. Primero fue el desmayo durante
la Nochevieja, antes de cenar en el motel donde tantas veces se ha arrastrado
ebrio desde el comedor a la habitación. Después vino el ingreso en la clínica
de Figueres. Una breve estancia inesperada en el monasterio de los monjes cistercienses.
Finalmente, como siempre, el retorno a la casa que lo protege como un destilado
amniótico. Allí, entre sus sombras, donde se ha salvado de todo menos de la
propia decadencia. Era de esperar. Desde el momento en que había decidido no
comer casi nada sólido arrastraba una anemia. Comer poco y beber. Whisky y café
y whisky. Perdidas las fuerzas, a principios de semana los órganos vitales dejan
de funcionar. La esclerosis le provoca problemas de irrigación y la congestión
pulmonar se suma a la desnutrición. Cada vez menos proteínas, descontrol de los
leucocitos. Tratan la infección con antibióticos. Fiebre y neumonía. Los
análisis que le han hecho los médicos muestran que el estado del enfermo es
crítico. Son pesimistas. Quizá sea cuestión de días. Quizá solo unas horas. Y a
no habla. Todavía reconoce a quien tiene al lado, dicen, pero solo gesticula.
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