ESCENA I
Una habitación.
Cortinas bajadas. Arde la chimenea. En un sillón junto al foego dormita
Tremens, envuelto en una manta jaspeada. Se despierta, remolonea.
TREMENS:
Sueño, fiebre, sueño, sordo relevo
entre dos centinelas a las puertas
de mi impotente vida.
Rostros forman
arabescos de burla en las paredes;
y no con fuego, sino con sinuoso
frío silba ante mí la chimenea.
¡Arde, corazón, arde! ¡Atrás, serpiente,
escalofrío! Fuerzas no hallo ... Qué no
daría, corazón, por transferir
mi convulso dolor a esta elegante
y ociosa capital; ¡que rezumara
y ardiera, cual mi frente, el Real Sitio;
que se enfriaran las descalzas calles,
que en el aire silbante vacilaran
esbeltas torres, parques y obeliscos,
en plazas, malecones, y los barcos
en agitada s aguas .1. ..
(Llama.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario