Middlesex, Jeffrey Eugenides, p. 276
Según mi experiencia, las
emociones no pueden describirse con una sola palabra. “Tristeza”, “alegría”, “remordimiento”,
esos términos no me dicen nada. La mejor
prueba de que el lenguaje es patriarcal quizá sea que simplifica demasiado los sentimientos.
Me gustaría tener a mi disposición emociones híbridas, complejas,
construcciones germánicas encadenadas, como “la felicidad presente en la
desgracia». O esta otra: “la decepcion de acostarse con las propias fantasías”.
Me gustaría mostrar la relación entre «el presentimiento de la muerte suscitado
por los ancianos de la familia” y “el odio por los espejos que se inicia en la
madurez”. Me gustaría hablar de “la tristeza inspirada por los restaurantes
malogrados”, así como de “la emoción de
conseguir una habitación con minibar”. Nunca he encontrado palabras adecuadas
para describir mi propia vida, y ahora que ya he entrado en mi historia es
cuando más las necesito.
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