Mientras no cambien los dioses, nada ha cambiado, Ferlosio, p. 36
Los golpes de la espada no son,
en modo alguno, accidentes que ocurran durante los trabajos de construcción de
una nación, sino la propia y normal actividad del instrumento idóneo para
levantarla. Las heridas que se reciben y se infieren durante la batalla no son
el precio que hay que pagar por la victoria, sino el medio de ganarla o de pederla.
El derramamiento de sangre que ha inundado -y, a la vez, ha hecho- su historia
no es el precio que ha habido que pagar por la creación de Francia, sino el
impulso, el procedimiento y la argamasa con que ha sido creada. Quiero decir
que aquí estamos ante una verdadera relación de causa a efecto y una verdadera
relación de medio a fin entre la sangre derramada y la patria construida; aquí,
pues, la relación de intercambio, la relación sacrificial, no sustituye sino
que se superpone, dado que es bien patente hasta qué punto se habla de
«sacrificios" con respecto a los sufrimientos por la patria. El
artificioso giro de pasarse sin más de la invención, fabricación y prueba de
artefactos pirotécnicos a la formación histórica de pueblos y naciones,
manteniendo, no obstante, subrepticiamente unívocas respecto de ambos casos las
expresiones prix de sang y sacrifice, lleva tal vez por único designio el de
hacernos sentir más apropiadas y menos sospechosas las dichas expresiones,
hasta dejarlas indistintamente homologadas en orden de razón tanto aplicadas al
accidente técnico del Challenger como aplicadas a la historia de los pueblos y
la creación de las naciones; pues la Historia es, por cierto, y sobre todo la
Historia Universal, la que más generosa, contundente e indiscutiblemente abona,
ratifica y legitima la concepción, universalmente atacada, de la necesidad del
sacrificio
2 comentarios:
Me ha gustado encontrarte un sábdo por la mañana he podido leerte
saludos desde Miami
gracias
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