De Compro oro de Isaac Rosa, p.15
Compro oro. Es el título de uno
de estos cuentos, pero si lo he elegido para titular el conjunto es porque es
mucho más que una historia. El propio sintagma ya es en sí mismo un relato, una
bomba nuclear que estalla y expande
significados. Leemos "compro oro" y entendemos. Al pronunciarlo se
enciende un proyector en el cerebro donde vemos todo lo que contiene esa
expresión: usura, desesperación, caída, memoria, miseria, familia, pero también
un pasado, un presente y un futuro, y todo un paisaje de ruinas y basura donde
brilla el reclamo: ·compro oro".
Compro oro. Si lo elijo como
título es porque pocas expresiones de nuestro tiempo reflejan mejor lo que nos
está pasando, de dónde venimos, hasta qué profundidad estamos cayendo, qué
incierto es el futuro.
Compro oro. Todo lo que uno añada
después es redundante. El cuento mismo podría concluir en la octavilla con que
se abre, que es por sí sola un cuento perfecto: "Compramos oro de
cualquier quilataje, desde monedas de 22 quilates y joyería fina de 18, hasta
oro de 9 quilates. Joyas rotas, piezas sueltas, desparejadas, pasadas de moda, ¡todo
lo que sea de oro se lo compraremos! Monedas, relojes, incluso dientes de oro.
Oro blanco, oro amarillo, oro rosa. También realizamos empeños de joyas, ¡pregúntenos!
Además compramos todo tipo de artículos de plata, monedas, lingotes, juegos de
café, cuberterías, bandejas, joyería. Pago en efectivo al instante.
Un relato estremecedor, que se
reparte en flyers por la calle y que contiene en pocas líneas la historia de
nuestra vida, donde están el juego de café, las joyas desparejadas, los
dientes.
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