De Muerte súbita de Alvaro Enrigue, 178-179
La canasta de fruta fue pintado
no como se ven las frutas al natural, sino como se reflejan a cierta distancia
en un espejo cóncavo.
El cuadro fue considerado, en su
hora, una pintura virtuosa más a la manera de los artistas flamencos que de los
italianos. En lugar de representar una ventana con escorzo hacia el exterior
como tendía a hacer e! realismo óptico renacentista, ocupaba un espacio tridimensional
interior: se veía como si fuera un cesto en una repisa. Para aumentar e!
efecto, Caravaggio pintó el fondo del Cuadro del mismo color que la pared del estudio del
cardenal Borromeo en el Palazzo Giustiniani y hasta siguió las pequeñas cuarteaduras
y abultamientos de humedad en e! muro en que fue colgado. Si no el cuadro
completo, al menos su fondo tuvo que ser hecho in situ.
Pintar las frutas al borde de la
pudrición no le debe haber tomado a Caravaggio más de dos días. La pieza mide
31 por 47 centímetros, de modo que cruzó la plaza de San Luis colgando de los
dedos del artista por el poste superior de la parte interna de! lienzo ya
montado. Merisi llevaría los pinceles y la palera en e! otro puño, la mente enfocada
en cómo reproducir e! golpe de la luz en la textura de una pared de verdad.
El cuadro, que debe haber ido
cargando con la desfachatez provocativa con que lo hacía todo, era un objeto revolucionario
de un modo en que los que hemos vivido después no podemos imaginar, porque
siempre ha estado ahí y lo hemos visto reproducido mil veces aunque no
supiéramos nada de él. No sólo el escorzo se extiende hacia el interior de la
habitación en que está expuesto, nunca ningún artista italiano había pintado,
hasta ese momento, una naturaleza muerta -por eso e! cuadro se llama La canasta
de fruta, porque la idea de «naturaleza muerta" no había sido acuñada
todavía.
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