MANIAC, Benjamin Labatut, p. 266
Mi padre quería conocer la lógica
interna del cerebro. […] Él estaba fascinado por la diferencia entre la forma en
que el cerebro y las computadoras procesan la información, pero también veía
ciertas similitudes que parecían sugerir que tal vez, en el futuro, podíamos
comenzar a fusionarnos con ellas, otorgándoles una parte de nuestra conciencia,
o permitiéndonos existir de forma incorpórea, en materiales más firmes que
nuestra carne, para ser inmunes a la corrupción y la enfermedad. No incluyó
ninguna de esas fantasías en su artículo, por supuesto, pero ese tipo de ideas
le devoraban la cabeza. Sé que soñaba con alguna forma de preservar su mente
extraordinaria. Le dije que su artículo me parecía impresionante, y cuando abrió
los labios secos y partidos sentí un golpe de felicidad ( cada día hablaba
menos) y luego se me encogió el corazón al instante, ya que en vez de comentar
su artículo, o preguntar por mi matrimonio, me hizo una petición tan extraña
que me llenó el alma de terror, considerando que venía de parte de él, uno de
los matemáticos más importantes del siglo, tal vez el más importante de todos;
quiso que le dijera dos números al azar y que le preguntara por la suma de
ellos. Pensé que estaba bromeando. ¿Había recuperado su antiguo sentido del
humor? Sonreí, muy nerviosa, y luego me di cuenta de que estaba hablando en
serio. Durante mi visita anterior, hacía poco más de un mes, su capacidad
mental había estado tan afilada como siempre. Pero ahora su genialidad se había
deteriorado hasta tal punto que no era capaz de manejar siquiera la aritmética básica.
Había perdido su vasto poder intelectual. No quedaba ni una huella de la
facultad que lo definía como persona, y la expresión de pánico que deformó sus
rasgos mientras tomaba conciencia de ello, allí frente a mis ojos, fue la
situación más desgarradora que presencié a lo largo de toda mi vida. Sentí su
agonía como si fuera un dolor físico en mi propio cuerpo, y solo pude murmurar
un par de números -¿Cuánto es dos más nueve? ¿Cuánto es diez más cinco? ¿Cuánto
es uno más uno?- antes de salir corriendo de la habitación para no llorar
delante de él.
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