Los griegos antiguos, Edith Hall, p. 214
Sin embargo, en líneas generales,
las doctrinas básicas de Platón tendrían hoy pocos defensores. Su filosofía es
idealista porque negaba la supremacía del mundo material, el que los sentidos podían
aprehender fisicamente, y afirmaba que la realidad verdadera existía en un
terreno inmaterial, que llamó el mundo de las «formas» o de las “ideas». Los
materialistas como Demócrito y los epicúreos disentían, con el argumento de que
el mundo material es condición sine qua non del pensamiento. Hoy nos
cuestionamos la legitimidad de una división tan tajante entre el mundo del cuerpo
y el de la mente, por no mencionar el concepto de que el mundo de las ideas es
superior. El estudio sobre la base del conocimiento, si bien es una exposición
brillante de la manera en que la retórica destroza la verdad, también se ve
afectado por la hipótesis de que el enfoque que llamaríamos observación
científica no sirve para comprender la realidad. Con todo, es muy posible que ese
no fuese siquiera el criterio de Sócrates. Aristóteles, en su Metafísica, da a
entender que las formas de Sócrates pueden, efectivamente, descubrirse si se
investiga el mundo natural; en cambio, Platón discrepa de su maestro cuando
dice que las formas están más allá de nuestra capacidad de comprensión como seres
humanos. Por otra parte, la filosofía política de Platón, a pesar de los principios
igualitarios que, en su opinión, deberían adoptarse en el seno de la exclusiva
comunidad de «guardianes» de su república ideal, es despiadadamente elitista.
Las ideas platónicas sobre arte y literatura conducen de manera inevitable a la
estricta censura estatal que aplicaban oligarcas ilustrados.
Entonces, ¿por qué Platón sigue
siendo tan importante? En primer lugar, porque sus diálogos están ambientados
en el mundo esotérico de las conversaciones de élite que se mantenían en casas
particulares, en general de familias privilegiadas, en una época en que la
democracia se situaba a la defensiva. En segundo lugar, porque pintan un
retrato fascinante de las figuras intelectuales más destacadas, incluido
Protágoras, cuyas palabras, de no ser
por Platón, se habrían perdido para siempre. En tercer lugar, porque fue un
escritor brillante e innovador con una obra que es todo un tour de force, aun
cuando al lector le interese poco la filosofía.
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