Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

MARX


Hacia la estación de Finlandia, E. Wilson, p. 153

Karl Marx: Prometeo y Lucifer

En agosto de 1835, un joven judío alemán, alumno del Gymnasium Federico Guillermo de la ciudad de Tréveris, a orillas del Mosela, redactó un tema para su examen final. Se titulaba «Reflexiones de un joven sobre la elección de profesión». Resplandecían en el trabajo esos altos ideales que son usuales en tales ocasiones; si han llamado la atención en este caso es solo por el hecho de que este joven logró vivir conforme a sus aspiraciones. Al elegir una profesión, decía Karl Marx a los diecisiete años, debe uno tener la seguridad de que no va a ponerse en la situación de actuar simplemente como un servil instrumento de los demás; dentro de su propia esfera, cada cual debe gozar de independencia y asegurarse de que dispone de un campo de acción que le permita servir a la humanidad; pues si no, aunque se pueda llegar a ser un erudito o un poeta famoso, jamás se será un gran hombre. No podremos realizarnos auténticamente a menos que trabajemos por el bien del prójimo: solo entonces conseguiremos que no nos quebranten nuestras cargas, y solo entonces nuestras satisfacciones no se limitarán a placeres pobres y egoístas. Hemos de permanecer en guardia para no ser víctimas de la tentación más peligrosa de todas: la fascinación del pensamiento abstracto.


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