Los griegos antiguos, Edith Hall, p 318
Por otra parte, sostenía que Dios
(al que llama «Zeus» o, algunas veces, en plural, «los dioses») era benévolo y
racional, que había creado al ser humano para que también fuera racional y
capaz de acciones racionales si emplea con reflexión sus impresiones del mundo.
Según Epicteto, nuestra mente es una minúscula parte de la de Zeus, y nuestro
poder mental es parte del poder que gobierna el universo. Somos responsables de
nuestras elecciones para actuar en beneficio propio, pero, dado que nuestros
intereses son parte de un sistema mucho más grande, vernos que, por ejemplo,
elegir nuestra propia muerte puede, a veces, ser la mejor decisión. A los
estoicos se los conocía precisamente por su tendencia al suicidio digno. Para
Epicteto, los objetos externos a nosotros no son ni incondicionalmente buenos
ni malos. Lo primordial es el ser interior, y todo lo externo se ha de evaluar
en relación con el yo, pues la felicidad solo puede conseguirse si los humanos
no dependen de la riqueza ni de las propiedades ni de ningún otro fenómeno
accesorio. Las emociones que nos hacen desdichados (el miedo, la envidia) son
respuestas a la falsa idea de que las apariencias pueden hacernos felices.
Igualmente falsa es la idea de que las acciones ajenas nos perjudican
forzosamente. No obstante, eso no significa que no debamos esforzarnos por los
demás, especialmente por la familia y amigos cercanos.
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