Madres, padres y demás, Siri Hustvedt, p. 160
La especialización ha creado un
mundo donde la conversación entre las personas cultas no fluye porque no leen
los mismos libros. En mi ensayo «Excursiones a las islas de los pocos privilegiados»
cuento una historia real que me sucedió sentada al lado de un neurólogo en un avión.
Charlamos, y él me habló de la fascinante investigación que estaba realizando
sobre la enfermedad de Alzheimer. En un silencio en la conversación, bajó la
mirada hacia el libro que yo tenía en el regazo y me preguntó qué leía. Le
respondí que estaba releyendo O lo uno o lo otro, de Kierkegaard. Me dijo:
«¿Quién es Kierkegaard?». Disimulé mi sorpresa. Después de hablar más sobre la
demencia, le pregunté: «¿Qué opina de las neuronas espejo?». Las neuronas
espejo se descubrieron en el mono macaco a comienzos de la década de 1990, y ha
sido y es un terna controvertido entre los neurocientíficos. Él me miró sin
comprender y respondió: «¿Qué son?».
¿Qué significa la especialización
para el futuro de la literatura? El hecho de que una persona muy culta, un médico
que está llevando a cabo una investigación importante, no sepa quién es
Kierkegaard y nunca se haya encontrado con las neuronas espejo ¿es importante?
Antes de la Segunda Guerra Mundial,
había europeos y americanos (por «americanos» entiendo ciudadanos no solo de Estados
Unidos sino también de Sudamérica) privilegiados que habían leído los mismos
libros de literatura, filosofía y ciencias. Todavía existía la idea un hombre
culto, y me refiero a HOMBRE, aunque entre ellos había unas cuantas mujeres.
Los hombres de cierta clase social tenían acceso a una educación elitista.
Niels Bohr leyó a Goethe y a Dickens con gran entusiasmo. Einstein leyó a
Cervantes, Dostoievski y Madarne Blavatsky. Sigrnund Freud podía recitar de
memoria a Hornero en griego.
No podernos regresar a ese mundo
y tampoco querríamos. La información ha estallado y el acceso a ella se ha
vuelto mucho más equitativo. ¿Todavía existen ciertos textos dentro de ciertas
culturas que deberían leer muchas personas? ¿Crearía eso una mayor cohesión
entre nosotros al internarnos en un futuro desconocido? Los estudiantes de la
Universidad de Columbia siguen leyendo muchos libros al año. Empiezan por
Hornero, Esquilo, Sófocles y Platón. Siguen con san Agustín, Dante y Cervantes,
y el año acaba con Virginia Woolf. La única otra mujer de la lista es Jane
Austen, aunque algunos eruditos creen que Hornero podría haber sido una mujer o
un grupo de mujeres y hombres.
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