Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

GALDOSIANA


La mirada quieta, Vargas Llosa, p. 92

Se ha elogiado esta tendencia de Pérez Galdós de hacer hablar en jerga a algunos de sus personajes, como a José Izquierdo, apodado Platón en la novela. Pero esta costumbre requiere un nuevo análisis y en cierto modo una corrección radical. A menos de que sea una recreación integral de esa lengua oral, hacer hablar en jerga a los personajes a la manera de Pérez Galdós es inevitablemente despectivo, revela las orejas disgustadas y a la vez entretenidas de un señorito de la clase media, que se divierte con las incorrecciones y barbaridades del lenguaje de un hombre o una mujer de pueblo, que estropean el vocabulario y usan palabras sin saber lo que significan y, encima, pronunciándolas tan mal. Pérez Galdós no recrea la jerga,  no hay un trabajo de reconstrucción literaria de aquella bárbara manera de expresarse, simplemente la reproduce en sus novelas tal cual la oye. Es un muestrario que ridiculiza al personaje inculto, que no sabe hablar correctamente pues desconoce la gramática, y, se diría, habla tan mal a propósito, sólo para que se diviertan los señoritos que lo escuchan. Muy distinto es el caso de un William Faulkner, por ejemplo, que en sus novelas situadas en el corazón del Mississippi recrea el inglés de los pobres sureños blancos, o de los negros, y no se burla de ellos, porque hay una reestructuración literaria muy personal en sus cuentos y novelas de la manera de hablar de aquella gente. Éste no es el caso de Pérez Galdós, un mero recopilador de expresiones que deforman el idioma correcto y bien hablado.


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