Al novelista lo mueve la
intuición. La construcción del relato, teorizado, todo eso viene más tarde. Lo
primero es encontrar una buena historia y, para ello, no hay nada mejor que la
intuición. Os cuento: yo crecí entre mujeres feministas de los años setenta. Siempre
tuve la sensación de pertenecer a una familia diferente, eran mujeres laicas
que se replantearon todo: la sociedad, las relaciones personales, la propia
familia ... Ser un niño diferente acarreaba mucha incomprensión, también
soledad, ya que la sociedad aún no estaba preparada para asimilar los cambios que
planteaban las mujeres que me ayudaron a crecer.
Para esta cuarta novela quería
buscar un espejo en el que se reflejase aquella niñez tan especial
No hay comentarios:
Publicar un comentario