El señor Wilder y yo, Jonathan Coe, p. 50
-Dios mío, esa película del
tiburón ... ¿Cuándo va a parar la gente de hablar de esa película del tiburón?
¿Sabéis que ese maldito tiburón ha hecho más dinero en Estados Unidos que
ninguna otra cosa en la historia de Hollywood? Ni siquiera la Monroe ni tampoco
Scarlett O'Hara hicieron tanto dinero como ese tiburón. Y ahora todos los
ejecutivos estúpidos de la ciudad quieren más películas con tiburones. Esa
gente piensa de esa forma. Hicimos cien millones de dólares con ese tiburón,
pues necesitamos otro tiburón. Necesitamos más tiburones, tiburones más
grandes, tiburones más peligrosos. A mí se me ocurrió la idea de una película titulada
Tiburones en Venecia. ¿Os imagináis? Todas esas góndolas yendo de arriba para
abajo en el Gran Canal, y luego vienen como cien tiburones por el Gran Canal y
las atacan ... Se la pasé de broma a un tipo de la Universal. Pues se la tomó
en serio. Le encantó. Cualquier película que puedas describirles en tres o
cuatro palabras les encanta, ¿sabéis? Les encantan las historias sencillas, y
al tipo Tiburones en Venecia le pareció perfecta. Así que le dije: Vale, genial,
te regalo la idea, pero yo no te la voy a dirigir. No es que me fascinen los peces,
la verdad. Si os fijáis, en todas mis películas veréis que ninguna tiene que
ver con un gran bicho de esos. Soy más un director de seres humanos.
»Aunque el tal señor Spielberg,
es cierto, tiene auténtico talento. Forma parte de la generación esta nueva,
con el señor Coppola y el señor Scorsese. El señor Diamond los llama «la panda
de la barba». -Se rió con aquel mote, demostrando auténtica admiración (iba a
verla muchas veces) por la ocurrencia de su amigo-. La verdad es que pienso que
es el mejor de todos, lo que lo convierte en la persona con más talento de
Hollywood en este momento.
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