Desde dentro, Martin Amis
La línea de sombra se escribió en
el segundo año de la Primera Guerra Mundial y Conrad, su autor, se la dedica a
su hijo Borys, a punto de alistarse con diecisiete años. Borys sobrevivió, y
sobrevivió, gaseado, herido y con estrés postraumático, a la batalla del Somme.
Conrad, afligido y perturbado («Esta inutilidad mía me está desquiciando»),
pudo al menos defender la solidaridad paternal en esta novela breve tenebrosa y
autobiográfica sobre un episodio crítico clave en su vida: su primer mando, en
el mar de la China Meridional (era el año 1887, cuando Conrad iba a cumplir los
treinta). «A Borys y a todos los que como él -reza la dedicatoria- atravesaron
en la primera juventud la línea de sombra de su generación, CON AMOR.» No es
casual que La línea de sombra sea también uno de los testamentos más
virulenrarnente ateos escritos en inglés. Dice el autor en la nota
introductoria:
No, mi conciencia de lo
maravilloso es lo bastante sólida como para dejarme fascinar por lo meramente
sobrenatural, que no es (se mire por donde se mire) sino un artículo
manufacturado, una invención de mentes insensibles a las íntimas sutilezas de
nuestra relación con los muertos y con los vivos, en sus incontables
multitudes; una profanación de nuestros recuerdos más tiernos; un ultraje a
nuestra dignidad.
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