Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

ULTIMAS PALABRAS


Desde dentro, Martin Amis, p. 559

Pero ¿por qué las Últimas Palabras en general son tan predominantemente de segunda categoría? Y me refiero a las últimas palabras de nuestros más grandes poetas, pensadores, científicos, líderes, visionarios; nuestros superhombres y nuestras  supermujeres: ¿por qué los non plus ultra de la elocuente humanidad, al encarar este momento decisivo, no logran dar con algo mejor? Henry James (1843-1916) se decanta por «Así que ha venido al fin, la "cosa distinguida"». Es magnífico, retóricamente hablando -unas palabras últimas en estilo elevado-. Él afirmaba que su floreo de despedida fue espontáneo (su «primer pensamiento» cuando le falló una de las piernas y sufrió una caída). Pero el estilo elevado, por definición, nunca es espontáneo -¿y qué hay de «distinguido» en el hecho de caerse?-. Yo diría que James llevaba urdiendo sus últimas palabras desde (aproximadamente) 1870 .

Las últimas palabras mejores que yo conozco son las de Jane Austen (nacida en 1775), que moría de un linfoma, con dolores sin paliativos, a la edad de cuarenta y un años. Le preguntaron qué necesitaba, y ella respondió: «Nada más que la muerte.» Suena 'impulsivo, espontáneo, incluso fortuito; suena también, a un :iempo, rendido y resuelto, y -a un tiempo también- impaciente estoico. No contenta con eso, el poeticismo cristalizado de Austen -incluso el «más que» desempeña su papel- dramatiza una realidad fatal, porque «nada» y «muerte» -aquí y en otros contextos son sinónimos. «Nada más que la nada», he ahí el sentido de las palabras de Austen.

Por otra parte, las últimas palabras son broza, como lo es el cuerpo del ser humano difunto. Y las palabras que preceden a la muerte difícilmente podrían ser tan endebles como lo son a menos que algo en la muerte las hiciera serlo. Al ser impenetrable, la muerte hace pequeña toda fuerza expresiva, y de nada sirven nuestras más brillantes y mejores palabras. Bien, non plus ultra -«el ejemplo más perfecto o más extremo»- deriva del mitológico NO PASAR grabado en las columnas de Hércules: «No más allá.»


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