Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

I.A. DIAMOND


El señor Wilder y yo, Jonathan Coe, p. 100

Además había otra cosa que se lo ponía difícil a los actores: la creencia del señor Wilder de que el guión que había escrito con el señor Diamond había que considerarlo, como a la Biblia, un texto sagrado. Tras trabajar muchos meses en aquel guión (tras darle mil vueltas a cada compás del ritmo del diálogo, a cada elección concreta de palabras) no permitía que los actores se desviasen lo más mínimo de él. Por esa razón tenía que estar presente el señor Diamond en el rodaje de cada escena, sentado en una silla de tijera cerca del director, sujetando en la mano una copia enrollada del guión que no necesitaba consultar porque se lo sabía de memoria. Mientras el señor Wilder observaba la acción para asegurarse de que los actores se movían bien, que las marcas funcionaban, que la composición era buena, el señor Diamond escuchaba el diálogo hablado y, si uno de los actores no decía las palabras exactamente como estaban escritas, le echaba una mirada al señor Wilder cuando la toma estaba acabada, meneaba la cabeza y todo el mundo tenía que volver a empezar.


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