Cuentos, Pitol, p. 461
Los románticos abolieron todas
las dicotomías. Vida, destino, luz, sombra, sueño, vigilia, cuerpo y escritura
significaron para ellos solo fragmentos de un universo difuso, impreciso, pero,
a fin de cuentas, indivisible. La exaltación del cuerpo y el incendio del
espíritu fueron sus mayores afanes. El poeta romántico se concibió como su
propio espacio de observación y campo de batalla. Mann recogió en aquel relato
de 1903 uno de los ideales de la época: concebir la ética como una estética,
alejar por entero al espíritu de toda vulgaridad terrenal. El simbolismo es una
rama tardía del Romanticismo, por lo menos de una de sus tendencias. Tonio
Kroger es un escritor de extracción burguesa; le enorgullece vivir
exclusivamente para el espíritu, lo que significa un rechazo del mundo. Cumple
su destino con la mala conciencia de un burgués a quien avergüenza la
mediocridad de su medí o. Por eso su ascesis se realiza con un rigor casi
inhumano. Al final de la novela, después de algunas experiencias que lo ponen
en relación con la vida, Kroger le revela a su confidente, una pintora rusa, la
conclusión a la que llega: «Vosotros los artistas me llamáis un burgués,
mientras los burgueses cuando me encuentran sienten la tentación de arrestarme.
No sé cuál de ambas actitudes me ofende más. Los burgueses son tontos, lo admito,
pero vosotros, los adoradores de la
estética, que me tildáis de flemático y desprovisto de sentimientos y recuerdos
deberíais reflexionar un poco sobre la posibilidad de que exista una manera de
ser artista tan profunda, tan fatalmente congénita, que ningún anhelo ni
recuerdo le podría parecer más dulce y más digno de ambicionarse que las delicias
de la vulgaridad. Admiro a los orgullosos y a los gélidos que se aventuran en
las sendas de la etérea belleza y menosprecian al "hombre", pero no
los envidio. Pues si algo es capaz de transformar a un mero literato en un
poeta es este amor mío a todo lo humano, lo vivo y lo cotidiano. Todo calor,
toda bondad, toda fuerza nace de este amor a lo humano». Hasta aquí Tonio
Kroger, escritor alemán.
No hay comentarios:
Publicar un comentario