La mirada iconformista, Vázquez Montalbán, p.73
En un momento de optimismo
bioesférico, el ministro Rajoy, hombre singular al que los gruesos cristales de
sus gafas aportan distancias oceánicas, habló de esos «hilillos de fue!» que se escapan del Prestige, y más de un mirón
histórico ha comparado la banalización descriptiva del superministro con aquel
famoso bichito al que el ministro de UCD Sancho Rof reducía el tamaño del
causante del envenenamiento masivo con aceite de colza. El bichito del uno y el
hilillo del otro merecen en cualquier caso un lugar de excepción en la historia
de los diminutivos, si es que la hubiere, o en la disminución de la historia,
que la hay. Hete aquí que, ya en 2003, no pasa día sin foto de desfuelizadores de
Galicia, aplicados trabajadores ecológicos que se enfrentan a las tres o cuatro
o cinco mareas negras si es necesario con sus manos y con la mala leche puesta,
como bayoneta calada, porque insisten en que las autoridades e instituciones
implicadas ni estuvieron ni están a la altura de las circunstancias. No bien
detectada Y sitiada, en lo posible, una marea negra, los hilitos que salen del Prestige
envian otra, y a este paso los soldados romanos gallegos que contribuyen a la
celebración de la Semana Santa en el Finisterre se van a tener que meter en el
agua de la Costa de la Muerte y a lanzazo limpio dar réplica a la que ya por
entonces será décima marea negra. Y si hasta ahora era Galicia la atacada y el
Cantábrico español el que esperaba los flecos del fue!, de pronto los vientos se
tornan proyecto de Armada Invencible y se van por las costas francesas y
portuguesas, donde los mariscos ya están a medio luto y comienzan a circular
prohibiciones de su consumo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario