SEÑORAS, SEÑORES:
Paul Claudel ha escrito en una
página indigna de Paul Claudel que los espectáculos que nos aguardan más allá de
la muerte corporal no se parecerán, sin duda, a los que muestra Dante en el
Infierno, en el Purgatorio y en el Paraíso. Esta curiosa observación de
Claudel, en un artículo por lo demás admirable, puede ser comentada de dos modos.
En primer término, vemos en esta
observación una prueba de la intensidad del texto de Dante, el hecho de que una
vez leído el poema y mientras lo leemos tendemos a pensar que él se imaginaba
el otro mundo exactamente como lo presenta. Fatalmente creemos que Dante se
imaginaba que una vez muerto, se encontraría con la montaña inversa del
Infierno o con las terrazas del Purgatorio o con los cielos concéntricos del
Paraíso. Además, hablaría con sombras (sombras de la Antigüedad clásica) y
algunas conversarían con él en tercetos en italiano.
Ello es evidentemente absurdo. La
observación de Claudel corresponde no a lo que razonan los lectores (porque razonándola
se darían cuenta de que es absurda) sino a lo que sienten y a lo que puede alejarlos
del placer, del intenso placer de la lectura de la obra.
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