Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

SALMON


No entres dócilmente en esa noche quieta, Ricardo Menéndez Salmón, p. 35
Pero debo volver atrás. Tengo que espiar por el retrovisor de mis once años y rastrear esa tierra baldía que he sugerido antes. Mis propios hijos me obligan a ello.
En el momento en que escribo estas líneas, mi hija mayor es más joven de lo que yo lo era cuando mi padre enfermó. Aunque el recuerdo es una máquina selectiva y la experiencia me dice que no sólo «el olvido es una estrategia del vivir», como Marsé ha apuntado mediante una fórmula perfecta, inmejorable, sino un sagaz gendarme, el censor de censores, soy consciente de que, por mucho que mi hija olvide en el futuro lo que esta primera década de su vida ha significado junto a su padre, parece impensable que no guarde memoria de momentos compartidos. Porque son cientos de cenas, libros leídos, baños, paseos, horas en el parque, viajes, excursiones, cumpleaños, aventuras sublimes o estúpidas, sesiones de cine, 'enfados y riñas, llantos, fiebres, juguetes anhelados, juguetes rotos. Esa mole de instantes ha de esconderse en algún lado, ha de conformar algún tipo de sedimento, un pegamento no moral, pero al menos biológico, que permita que un día futuro, cuando yo ya no esté, mi hija proclame:
Me acuerdo, Je me souviens, I remember.

JOYCE


Siete noches, JL Borges, p.159
Recordemos otro ejemplo más famoso que el de Groussac. En James Joyce se da también una obra doble. Tenemos esas dos vastas y por qué no decirlo ilegibles novelas que son Ulises y Finnegans Wake. Pero es la mitad de su obra (que incluye bellos poemas y el admirable Retrato del artista adolescente). La otra mitad y quizá la más rescatable -como se dice ahora- es el hecho de que tomó el casi infinito idioma inglés. Ese idioma que estadísticamente supera a todos los demás y que ofrece tantas posibilidades para el escritor, sobre todo de verbos muy concretos, no fue bastante para él. Joyce, el irlandés, recordó que Dublín había sido fundado por los vikingos daneses. Estudió noruego, le escribió una carta en noruego a Ibsen, y luego estudió griego, latín. . . Supo todos los idiomas y escribió en un idioma inventado por él, un idioma que es difícilmente comprensible pero que se distingue por una música extraña. Joyce trajo una música nueva al inglés. Y dijo valerosamente (y mendazmente) que "de todas las cosas que me han sucedido creo que la menos importante es la de haberme quedado ciego". Ha dejado parte de su vasta obra ejecutada en la sombra : puliendo las frases en su memoria, trabajando a veces una sola frase durante todo un día y luego escribiéndola y corrigiéndola. Todo en medio de la ceguera o de períodos de ceguera. Análogamente, la impotencia de Boileau, de Swift, de Kant, de Ruskin y de George Moore fue un melancólico instrumento para la buena ejecución de su obra; lo mismo cabe afirmar de la perversión, cuyos beneficiarios, ahora, se encargan de que nadie ignore sus nombres. Demócrito de Abdera se arrancó los ojos en un jardín para que el espectáculo de la realidad exterior no lo distrajera; Orígenes se castró.

LA CABALA


Siete noches, Borges, p. 130
Cuando pensamos en las palabras, pensamos históricamente que las palabras fueron en un principio sonido y que luego llegaron a ser letras. En cambio, en la cábala (que quiere decir recepción, tradición) se supone que las letras son anteriores; que las letras fueron los instrumentos de Dios, no las palabras significadas por las letras. Es como si se pensara que la escritura, contra toda experiencia, fue anterior a la dicción de las palabras. En tal caso, nada es casual en la Escritura: todo tiene que ser determinado. Por ejemplo, el número de las letras de cada versículo.
Luego se inventan equivalencias entre las letras. Se trata a la Escritura como si fuera una escritura cifrada, criptográfica, y se inventan diversas leyes para leerla. Se puede tomar cada letra de la Escritura y ver que esa letra es inicial de otra palabra y leer esa otra palabra significada. Así, para cada una de las letras del texto.
También pueden formarse dos alfabetos: uno, digamos, de la a a la l y otro de la m a la z, o lo que fueran en letras hebreas; se considera que las letras de arriba equivalen a las de abajo. Luego se puede leer el texto (para usar la palabra griega) boustróphedon: es decir, de derecha a izquierda, luego de izquierda a derecha, luego de derecha a izquierda. También cabe atribuir a las letras un valor numérico. Todo esto forma una criptografía, puede ser descifrado y los resultados son atendibles, ya que tienen que haber sido previstos por la inteligencia de Dios, que es infinita. Se llega así, mediante esa criptografía, mediante ese trabajo que recuerda el del Escarabajo de oro de Poe, a la Doctrina.
Sospecho que la doctrina fue anterior al modus operandi. Sospecho que ocurre con la cábala lo que ocurre con la filosofía de Spinoza: el orden geométrico fue posterior. Sospecho que los cabalistas fueron influidos por los gnósticos y que, para que todo entroncara con la tradición hebrea, buscaron ese extraño modo de descifrar letras.
El curioso modus operandi de los cabalistas está basado en una premisa lógica: la idea de que la Escritura es un texto absoluto, y en un texto absoluto nada puede ser obra del azar.
N o hay textos absolutos; en todo caso los textos humanos no lo son. En la prosa se atiende más al sentido de las palabras; en el verso, al sonido. En un texto redactado por una inteligencia infinita, en un texto redactado por el Espíritu Santo, ¿cómo suponer un desfallecimiento, una grieta? Todo tiene que ser fatal. De esa fatalidad los cabalistas dedujeron su sistema.

INCIPIT 980. NO ENTRES DOCILMENTE EN ESA NOCHE QUIETA / MENENDEZ SALMON






Después de que Han Gan, artista de la dinastía Tang que vivió entre los años 706 y 783, pintara el retrato de un caballo de los establos imperiales, el animal empezó a cojear. Se descubrió entonces que Han Gan había olvidado pintar uno de sus cascos.
Como en la anécdota, deberíamos escribir libros que fueran capaces de conjurar la realidad.

INCIPIT 979. SIETE NOCHES / JL BORGES


SEÑORAS, SEÑORES:
Paul Claudel ha escrito en una página indigna de Paul Claudel que los espectáculos que nos aguardan más allá de la muerte corporal no se parecerán, sin duda, a los que muestra Dante en el Infierno, en el Purgatorio y en el Paraíso. Esta curiosa observación de Claudel, en un artículo por lo demás admirable, puede ser comentada de dos modos.
En primer término, vemos en esta observación una prueba de la intensidad del texto de Dante, el hecho de que una vez leído el poema y mientras lo leemos tendemos a pensar que él se imaginaba el otro mundo exactamente como lo presenta. Fatalmente creemos que Dante se imaginaba que una vez muerto, se encontraría con la montaña inversa del Infierno o con las terrazas del Purgatorio o con los cielos concéntricos del Paraíso. Además, hablaría con sombras (sombras de la Antigüedad clásica) y algunas conversarían con él en tercetos en italiano.
Ello es evidentemente absurdo. La observación de Claudel corresponde no a lo que razonan los lectores (porque razonándola se darían cuenta de que es absurda) sino a lo que sienten y a lo que puede alejarlos del placer, del intenso placer de la lectura de la obra.

PADRES

No entres dócilmente en esa noche quieta, Ricerdo Menéndez Salmón, p. 33
Es probable que treinta y tres años parezcan un mundo, pero lo cierto es que nunca hablé lo suficiente con mi padre acerca de su enfermedad. Es algo que no me perdono. Y que sucederá de nuevo entre mis hijos y yo a propósito de cualquier tema crucial que debamos tratar. No me hago ilusiones. Las conversaciones importantes no se tienen a tiempo. Eso es algo que sólo sucede en la literatura o en el cine. En la vida real, en la vida espantosa hecha de tedio, facturas y declive, en la vida gozosa hecha de momentos de júbilo, del misterio del mar y de la bondad de ciertos hombres y mujeres, el silencio es la norma. Un silencio educado; un silencio castrante; un silencio que tarde o temprano acabamos por pagar.
Creo que para mi padre existía una vergüenza implícita en el hecho de haber sobrevivido a su enfermedad, en aferrarse a una vida menguada. Quizá por su cabeza pasó muchas veces la idea de cuánto más digno, cuánto más viril incluso, hubiera sido morir en la flor de la vida, abandonar a su esposa y a su hijo, dejarlos partir hacia una experiencia nueva, marcada por un dolor que sería intenso al inicio pero que pasaría, borrarse del recuerdo común, hurtar su presencia de hombre enfermo a ojos de quienes amaba y lo amaban. Cuando un hombre muere a los treinta y ocho años se convierte en un mundo de posibilidades.

EL CORAN


Siete noches, Borges, p. 128
Señala Spengler en el capítulo de La decadencia de Occidente consagrado a la cultura mágica que el prototipo de libro mágico es el Corán. Para los ulemas, para los doctores de la ley musulmanes; el Corán no es un libro como los demás. Es un libro (esto es increíble pero es así) anterior a la lengua árabe; no se lo puede estudiar ni histórica ni filológicamente pues es anterior a los árabes, anterior a la lengua en que está y anterior al universo. Ni siquiera se admite que el Corán sea obra de Dios; es algo más íntimo y misterioso. Para los musulmanes ortodoxos el Corán es un atributo de Dios, como Su ira, Su misericordia o Su justicia. En el mismo Corán se habla de un libro misterioso, la madre del libro, que es el arquetipo celestial del Corán, que está en el cielo y que veneran los ángeles.
Tal la noción de un libro sagrado, del todo distinta de la noción de un libro clásico. En un libro sagrado son sagradas no sólo sus palabras sino las letras con que fueron escritas. Ese concepto lo aplicaron los cabalistas al estudio de la Escritura. Sospecho que el modus operandi de los cabalistas fue debido al deseo de incorporar pensamientos gnósticos a la mística judía, para justificarse con la Escritura, para ser ortodoxos. En todo caso, podemos ver muy ligeramente (yo casi no tengo derecho a hablar de esto) cuál es o cuál fue el modus operandi de los cabalistas, que empezaron aplicando su extraña ciencia en el sur de Francia, en el norte de España -en Cataluña-, y luego en Italia, en Alemania y un poco en todas partes. También llegaron a Israel, aunque no procedieron de allí; procedían, más bien, de pensadores gnósticos y cátaros.

MORIR EN NUEVA YORK


La mirada inconformista, M.V.Montalbán, p. 340
John Lennon ha muerto como preferiría morir Felipe González, en Nueva York, a tiros y no en el Metro de Moscú. En todas partes se cuecen locos. Tanto al calor de un puchero  santanderino como al de los vapores suburbanos que ponen en peligro las pantorrillas de las patinadoras del Rockefeller Center o las digestiones de diamantes desayunados en Tiffany's. Lennon buscó en Nueva York el mundo. Basta cruzar una calle para pasar de Italia a China o de la Palestina precristiana al Wall Street poscristiano. A las diez de la mañana puedes ver todo, absolutamente todo Matisse; a la una, comer en plan libanés, como ya nunca comerá libanés alguno; a las cuatro, asistir a un concierto de Pau Casals, especialmente deshibernado para el acontecimiento; a las cinco, hacer número en el vernissage de una exposición de polillas nepalíes amaestradas por Howard Hughes antes de morir; a las ocho, escuchar a la Caballé una Norma cantada con los ovarios; luego, contemplar a Woody Allen tocando el saxo y tocando el sexo de europeas maternales que nunca olvidarán haberle preguntado: “Mr. Allen, what time is it?”. Ni siquiera importará más tarde, después de un día tan completo y repetible, después de un día propicio para ser el último día antes de la Tercera Guerra Mundial, morir devorado por las cucarachas gordas de un hotel de lujo o por las cucarachas pequeñas y rubias de los hoteles discretos cercanos al Metropolitan.
Vivir en Nueva York no habiendo nacido en Nueva York, ni siendo norteamericano, indica una total ambición de exilio, porque en una misma ciudad se viven todos los exilios posibles en todos los países probables. Por la vía de la negación se consigue ser ciudadano del mundo y al mismo tiempo ser nada. Los fotógrafos de California fotografían nombres y apellidos. Los de Nueva York solo fotografían actitudes, porque la ciudad, una Disneylandia feroz y neorrealista, es el espectáculo.
SIXTO CÁMARA

La Calle, 16 de diciembre de 1980

“COWBOY” DE LA LITERATURA


La mirada inconformista, Vázquez Montalbán, p. 288
Hemingway era la estampa del americano mal educado, inteligente y profundamente seguro de sí mismo. Muy propenso al “numerito” liberador del anonimato, Hemingway roza en muchos aspectos el peligroso abismo del snobismo. Al borde mismo, se salva siempre por esa indudable sinceridad para consigo mismo que en todo momento exhibía.
Hemingway escribía como un cowboy cabalga: tenaz, técnica y libremente. Fue el más libre de los escritores de su generación y el más egoísta, porque entendió la libertad a lo patrón de empresa norteamericano: el supremo derecho a hacer lo que me venga en gana.
En España nos suena a algo familiar. Recordarnos aquella foto suya junto a Baraja moribundo, declarándose su discípulo. Un compañero de generación, John Dos Passos, había introducido en Estados Unidos la obra de nuestro inmortal vasco. Ha opinado, con verdadero conocimiento de causa, sobre nuestras costumbres más atávicas. Ha bailado el Riau riau en los sanfermines y no le ha hecho extraños al jerez. Ha apadrinado a nuestros toreros, combatiendo a Manolete y Dominguín, y ensalzando a Ordóñez. También escribió un libro sobre nuestra guerra que armó una conmoción universal ... Los periodistas le recordarnos como un personaje recurso, que estaba a mano con frecuencia y que nunca decía que no ante un buen vaso de whisky que olía por si era escocés.
Tal vez hubiera acudido a los sanfermines de este año. Aquí se le recordará y se le leerá, ahora con más intensidad, durante mucho tiempo. Por esta presencia entre nosotros de Hemingway vamos a presentar los criterios que sobre él sostienen relevantes personalidades del mundo, o mundillo literario.
Solidaridad Nacional, 5 de julio de 1961

MARILYN


La mirada inconformista,  Vázquez Montalbán, p. 272
Creo sinceramente que el mito Marilyn es una creación de intelectuales, los que captaron las peculiaridades del comportamiento de Marilyn. El gran público se dejó llevar por el montaje publicitario y quedó fascinado por aquella muñeca hinchable que no tenía más busto que Jane Russell, ni más caderas que Anita Ekberg, ni más sexy espontáneo que Rita Hayworth. En la prehistoria del destape cinematográfico, los dos desnudos más famosos y divulgados eran el de Hedy Lamarr delgadita y a caballo en Éxtasis y el de Marilyn en un calendario en su etapa de starlet. Bastó la noticia de que aquella mujer se había desnudado para  posar ante un fotógrafo para que el hambre creara el menú. El gran público no supo apreciar la tremenda ingenuidad con la que la Monroe se prestó a posar para tan histórica fotografía.
-¿No tenía usted nada puesto? -le preguntó un periodista.
-Sí, la radio.
Esta respuesta ha dado la vuelta al mundo jaleada por intelectuales enloquecidos por esta muestra de esprit, y la realidad no es otra que la que se desprende exactamente de la respuesta de la Monroe y de la generosidad significativa de la palabra «tenía» en la pregunta. Y es que Marilyn Monroe iba por el mundo simbólicamente desnuda, sin otra cosa encima que las miradas, las voces, los ruidos ajenos. Mientras le duró el cuerpo y las luminarias publicitarias, nada hizo que se rompiera el encantamiento de aquella mujer ensimismada. Pero en cuanto empezó a dejar de oír el ruido de los alaridos de entusiasmo y los murmullos insinuantes, la muchacha distanciada descubrió de pronto que lo peor de la soledad es descubrir que existe y que no solo existe, sino que además te envuelve. Hoy Marilyn hubiera cumplido cincuenta años y es fácil deducir que su imagen era irreconvertible en otra imagen, que jamás hubiera podido hacer el papel de madre de galán o galana. Que en el horizonte solo le quedaba el papel de mujer madura, solitaria y despistada interpretando alguna película de Alfred Hitchcock. Una mujer que pasó por el mundo sin darse excesiva cuenta de lo apetecible que era, sin comprender cuánto calor la rodeaba y, en cambio, cuánto frío sentía ella en el interior, a la fuerza tuvo que angustiarse cuando aquella noche, la última noche, nadie contestaba a las llamadas de teléfono. Descubrió de pronto que había sido una muñeca hinchable a la que empezaban a abandonar en cuanto perdía algo de aire. En Los desarraigados había interpretado su primer gran papel de otra posible Marilyn Monroe. Y no le gustó el descubrimiento de que dejar de ser una muñeca hinchable significaba convertirse en una mujer madura perpetuamente en lucha con el tiempo, el peso, la distancia, el silencio.
MARTA DOUGHAM
Siesta, diciembre de 197 4

BRANDO


La mirada inconformista, Manuel Vázquez Montalbán, p. 174
Si alguna actitud política ha mantenido Brando con una constancia ejemplar ha sido la de la lucha contra la segregación racial. Para empezar, siempre ha tenido una especial inclinación erótica por mujeres de razas no homologadas según los cánones arios. Polinesias, mexicanas, latinas, japonesas han merecido la dedicación pasajera de Brando, incluso su pasajera paternidad, en una generosa [de]mostración de condescendencia hacia pueblos marginados. Se ha dicho que los gustos eróticos de Brando no tienen otro fin que el publicitario. Ahora se dirá que la renuncia al Óscar como testimonio a favor de la causa de los indios americanos es otro recurso publicitario, eslabón de una cadena de astuta publicidad en la que se ensartan sus pasados amores, la mantequilla de El último tango en París y ahora su renuncia política al máximo galardón que puede recibir un actor de cine.
Lo indudable es que la renuncia de Brando llega en un momento políticamente oportuno y que favorece objetivamente la causa de las minorías indias, en lucha por un final menos patético que el que se les había reservado en la gran película de su extinción. La concesión de los Óscar de este año respira inquietud por todos los lados. Las películas más galardonadas como Cabaret o El padrino no son películas tranquilizantes. El triunfo de Buñuel premia la obra de un viejo luchador en defensa de causas elementales, E incluso sobre la peana donde entregan el
Óscar al star system, Brando ha arrojado la lanza india del desafío, mientras él ha permanecido oculto con el rostro marcado por la pintura de guerra.
¿Publicidad de Brando? Es posible. Pero también publicidad de un problema humano que ha permanecido durante un siglo sometido a la ley del silencio o de la mistificación. Mistificación a la que ha contribuido poderosamente la misma industria a la que ayer le salió el Óscar por la culata.
Tele/eXpres, 28 de marzo de 1973

MATRIMONIOS

La mirada inconformista, Manuel Vázquez Montalbán, p. 174
Las repetidas noticias sobre las dificultades que algunos homosexuales españoles encuentran para poder casarse por la Iglesia o por el Estado me entristecen por un doble motivo. Ante todo, porque no entiendo cómo una sociedad democrática puede oponerse a la homologación administrativa de parejas homosexuales. Pero también me entristece que gente tan luchadora, tan humillada y ofendida, tan fuera del juego de la moral convencional como suelen ser los homosexuales, caigan en la trampa del matrimonio. En un momento en el que el matrimonio se muestra como un vínculo afectivamente obsoleto y administrativamente peligroso, parece un empeño prehistórico el querer convertirlo en una reivindicación de la libertad sexual. Se me hace difícil imaginar a muchos de los sensibles, inteligentes y cultos homosexuales que conozco pasando por las horcas caudinas matrimoniales y prestándose a una ceremonia que en realidad solo sirve, y no siempre, para que las empresas te concedan unos días de  vacaciones. Todas las rutinas que dan sentido a la convivencia de una pareja, desde pagar los plazos de la máquina lavaplatos hasta adquirir un nicho en propiedad, están al alcance de un dúo homosexual, incluso la peripecia procelosa de una luna de miel en el Monasterio de Piedra o en Palma de Mallorca. Claro que si estás casado legalmente puedes meter a tu pareja en la Seguridad Social, pero tal como se está poniendo el Estado asistencial, empieza a ser más una amenaza que un factor de seguridad.
Como me resisto a creer que los sensibles, inteligentes y cultos homosexuales que conozco estén interesados realmente en el turbio negocio matrimonial, presumo que su reivindicación es meramente provocativa y que quieren casarse para permitirse la gozada del divorcio. 

CATALUÑA ES SOCIALISTA

La mirada inconformista, MV Montalbán, p. 157

La participación electoral fue abundante, la tranquilidad óptima dentro de lo que cabe, y para la historia quede el dato de que Barcelona era el 15 de junio por la noche una ciudad de calles vacías, en las que solo destacaban los mechones de militantes esperando noticias en las puertas de los cuarteles generales de sus partidos y el inquietante despliegue policial, ametralladora en mano, arropado por los rumores de acuartelamiento de tropas y de control discreto de centros vitales de suministros y de comunicaciones. El Gobierno temía que, de confirmarse la victoria de las fuerzas políticas más avanzadas de Cataluña, se produjeran “ocupaciones democráticas” y proclamaciones autonómicas más o menos simbólicas. La alocución de Gutiérrez Mellado se interpretó aquí como una advertencia fundamentalmente dirigida al PNV en el País Vasco y a las fuerzas progresivas catalanas para que no asumieran el poder del voto en caliente, sino que dieran tiempo a la negociación y a la vía legislativa constituyente abierta por las nuevas Cortes. La lentitud en el suministro de resultados puede interpretarse como un intento de inocular el gas del tedio y el sueño en los entusiasmos de las fuerzas democráticas vencedoras en el trámite electoral.
Ante todo hay que estimar la importancia del triunfo de las candidaturas unitarias de la izquierda para el Senado. Los Benet, Candel, Cirici, Portabella, Sobrequés, Sunyer, Audet, Baixeras, etcétera, llegarán al Senado respaldados por un amplio consenso popular y por la disciplina del voto socialista y comunista. Se trata de una victoria de trascendental importancia cualitativa.

DIADA 1977


La mirada inconformista, MV Montalbán, p. 154
A pesar de las tormentas previas y de los temores de un cierto malestar popular por las circunstancias previamente enumeradas, el primer balance de la Diada Nacional de Catalunya aporta un protagonista excepcional: el pueblo. Durante el dia 10 no hubo población de Catalunya que no anticipase la celebración. Manifestaciones, parlamentos unitarios de líderes locales y espontánea desfranquización de la geografía urbana. Los manifestantes se encaramaban para tapar los rótulos de calle anden régimen. Desaparecieron los nombres del Generalísimo, del ausentísimo y del 18 de julio. En Lérida se concentraron 30.000 personas, un balance cuantitativo impresionante si tenemos en cuenta la proporción demográfica. Los gerundenses no adelantaron la manifestación y la convocaron coincidiendo con la de Barcelona. Catorce mil gerundenses en la calle es una cifra que se presta a las más ambiguas estimaciones. Cada uno de estos acontecimientos locales era un síntoma de lo que podía ser la gran celebración barcelonesa. Hubo corresponsal extranjero que, a la vista de lo que ocurría en Barcelona el 11 de septiembre, dijo que era la manifestación política más impresionante de la historia contemporánea. Uno cree que la liberación de París tampoco fue una broma. Pero es que uno está vacunado contra el triunfalismo.
Me desvacuno un tanto para decir que el 11 de septiembre de 1977 fue un acontecimiento político excepcional, con poder propio para cambiar cualitativamente el proceso de recuperación de las instituciones catalanas. El pueblo escogió la línea recta que sigue siendo la distancia más corta entre dos puntos y eludió polémicas bizantinas sobre legitimidades y polémicas ya no tan bizantinas sobre dónde descansa la auténtica soberanía de la reivindicación catalana. Desde la noche del sábado, el bullir de las masas cuatribarradas fue en aumento. Las senyeres en los balcones constituían un mudo referéndum. Miles y miles de metros de banderas catalanas pusieron un lazo triunfal a toda la ciudad y cuerpos humanos y casi humanos se convertían en vehículos de comunicación, abarrotados de pegatinas, cintas con la bandera nacional, banderas enteras a manera de chales sobre los hombros. He hablado también de cuerpos casi humanos porque los perros domésticos se sumaron a la fiesta y lucían senyera en los collares y pegatinas sobre lomos relucientes de animales recién enjabonados. Familias enteras se adornaban y amueblaban de catalanidad. Los abuelos que vieron el desvanecimiento de la gran ilusión de 1932, los hijos que resistieron la larga marcha bajo la espada intolerante, los nietos que descubren ahora el poder de la solidaridad y el grito, y hasta bebés perplejos y horizontales en sus coches con la pegatina de «Volem l'Estatut» adherida sobre el pijama de perlé.

INCIPIT 978, LA MIRADA INCONFORMISTA / MV MONTALBAN


LA PAZ
Se ha convocado para hoy la manifestación contra la presunta guerra de Irak, a la que ha prometido asistir incluso el señor Mas, en compañía del pueblo y de representantes de todas las fuerzas políticas del Parlament de Catalunya, menos el PP. Hace unos días escuché una tertulia radIofónica matutina de Catalunya Radio en la que una primera figura de los populares catalanes, Fernández Díaz, que hoy proyecta su carrera política en Madrid, aseguraba ser tan pacifista como cualqUiera, pero suscribía el cheque en blanco que su jefe de filas, el proceloso señor Aznar, les ha dado a Bush y a su mariachi para que bombardeen a los iraquíes medIante mísiles o lo que haga falta. Tal como están planeadas las cosas, lo que es un auténtico peligro es el señor Bush, a su pesar, sin duda, porque este hombre no controla, sino que es controlado, y sería preciso un nuevo Wright Milis para que escribiese La élite del poder del siglo XXI, en la que quedasen retratadas las interconexiones entre poder político, económíco y mílitar en Estados Unidos. Aquel diagnóstico de las relaciones de poder en Estados Unidos en el marco de la Guerra Fría revelaba, por ejemplo, que era más importante ser compañero de golf del presidente y general Eisenhower, que jefe de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes.
Rodeado de jugadores de golfbelicistas, auténtico lobby vinculado con la industria de guerra norteamericana, Bush se va a la guerra en compañía de Blair, Berlusconi y Aznar tras haber prometido distintas recompensas a sus cómplices. A todos les ha jurado que estarán sentados a su derecha en las nuevas condiciones de dominación que provocará la guerra

INCIPIT 977. MOMENTOS ESTELARES DE LA HUMANIDAD / ZWEIG


Ningún artista es durante las veinticuatro horas de su jornada diaria ininterrumpidamente artista. Todo lo que de esencial, todo lo que de duradero consigue, se da siempre en los pocos y extraordinarios momentos de inspiración. Y lo mismo ocurre en la Historia, a la que admiramos como la poetisa y la narradora más grande de todos los tiempos, pero que en modo alguno es una creadora constante. También en ese “misterioso taller de Dios”, como respetuosamente llamara Goethe a la Historia, gran parte de lo que ocurre es indiferente y trivial. También aquí, como en todos los ámbitos del arte y de la vida, los momentos sublimes, inolvidables, son raros. La mayoría de las veces, en su calidad de cronista se limita a hilvanar, indolente y tenaz, punto por punto, un hecho tras otro en esa inmensa cadena que se extiende a lo largo de miles de años, pues toda crisis necesita un periodo de preparación y todo auténtico acontecimiento, un desarrollo. Los millones de hombres que conforman un pueblo son necesarios para que nazca un solo genio. Igualmente han de transcurrir millones de horas inútiles antes de que se produzca un momento estelar de la humanidad.
Pero cuando en el arte nace un genio, perdura a lo largo de los tiempos. A su vez, cada uno de estos momentos estelares marca un rumbo durante décadas y siglos. Así como en la punta de un pararrayos se concentra la electricidad de toda la atmósfera, en esos instantes y en el más corto espacio, se acumula una enorme abundancia de acontecimientos. Lo que por lo general transcurre apaciblemente de modo sucesivo o sincrónico, se comprime en ese único instante que todo lo determina y todo lo decide.

Y LUEGO DICEN QUE EL PESCADO ES CARO


La mirada iconformista, Vázquez Montalbán, p.73
En un momento de optimismo bioesférico, el ministro Rajoy, hombre singular al que los gruesos cristales de sus gafas aportan distancias oceánicas, habló de esos «hilillos de fue!» que  se escapan del Prestige, y más de un mirón histórico ha comparado la banalización descriptiva del superministro con aquel famoso bichito al que el ministro de UCD Sancho Rof reducía el tamaño del causante del envenenamiento masivo con aceite de colza. El bichito del uno y el hilillo del otro merecen en cualquier caso un lugar de excepción en la historia de los diminutivos, si es que la hubiere, o en la disminución de la historia, que la hay. Hete aquí que, ya en 2003, no pasa día sin foto de desfuelizadores de Galicia, aplicados trabajadores ecológicos que se enfrentan a las tres o cuatro o cinco mareas negras si es necesario con sus manos y con la mala leche puesta, como bayoneta calada, porque insisten en que las autoridades e instituciones implicadas ni estuvieron ni están a la altura de las circunstancias. No bien detectada Y sitiada, en lo posible, una marea negra, los hilitos que salen del Prestige envian otra, y a este paso los soldados romanos gallegos que contribuyen a la celebración de la Semana Santa en el Finisterre se van a tener que meter en el agua de la Costa de la Muerte y a lanzazo limpio dar réplica a la que ya por entonces será décima marea negra. Y si hasta ahora era Galicia la atacada y el Cantábrico español el que esperaba los flecos del fue!, de pronto los vientos se tornan proyecto de Armada Invencible y se van por las costas francesas y portuguesas, donde los mariscos ya están a medio luto y comienzan a circular prohibiciones de su consumo.

AUGUSTO


SPQR, Mary Beard, p. 382
Incluso allí donde parece más visible, Augusto resulta ser escurridizo, y este presumiblemente fue parte de su secreto. Una de sus innovaciones más importantes y duraderas fue la de inundar el mundo romano con su retrato: cabezas estampadas en las pequeñas monedas de cambio para los bolsillos de la gente, estatuas de tamaño natural o más grandes en mármol y bronce erigidas  en plazas públicas y templos, miniaturas repujadas o grabadas en anillos, gemas y en vajillas de plata de comedor. Todo ello a un nivel antes desconocido. No hay ningún romano anterior del que se conozcan más de un puñado de posibles retratos, y muchos de ellos de dudosa identificación (la tentación de dar un nombre a cabezas que de lo contrario serían anónimas, o de encontrarle rostro a Cicerón y a Bruto, resulta irresistible, a pesar de la falta de evidencias). Incluso para Julio César, aparte de algunas monedas, hay tan solo un par de candidatos muy dudosos que pueden ser retratos suyos realizados en vida. En cambio, se han encontrado aproximadamente unas doscientas cincuenta estatuas, por no mencionar las imágenes que aparecen en joyas y gemas, por todos los territorios romanos e incluso más lejos, desde la moderna España hasta Turquía y Sudán, que representan a Augusto con diferentes apariencias, desde conquistador heroico hasta devoto sacerdote.
Todas ellas presentan rasgos faciales tan similares que seguramente se enviaron modelos estándar desde Roma, en un intento coordinado por difundir la imagen del emperador a sus súbditos. Todas adoptan un estilo juvenil e idealizante que recuerda al arte clásico de la Atenas del siglo va. C. y constituyen un evidente y acusado contraste con el exagerado «realismo» característico de los retratos de ancianos llenos de surcos y arrugas de la élite romana de principios del siglo I a. C. Todas tenían por objeto presentar a la población más alejada a su gobernante, al que nunca podrían ver en persona. Y sin embargo, casi sin lugar a dudas no se parecían en nada al Augusto real. No solo no se ajustan a una descripción escrita conservada de sus rasgos, que -fiable o no- prefiere hacer hincapié en su cabello alborotado, su mala dentadura y el calzado con plataforma que, como muchos autócratas desde entonces, utilizaba para ocultar su baja estatura. Por otro lado, todas presentan el mismo aspecto a lo largo de toda su vida, de manera que a los setenta y tantos años seguía siendo retratado como un joven perfecto. Se trataba como mucho de una imagen oficial -para decirlo de manera menos halagadora, una máscara de poder- y la diferencia entre aquella y el emperador de carne y hueso, el hombre que había detrás de la máscara, ha sido siempre, para la mayoría de la gente, imposible de salvar.

ENTROPIA NEGATIVA


Vida, la gran historia, JL Arsuaga, p. 108
Pero, entonces, ¿qué es la vida? ¿Dónde reside su complejidad?
Una manera de contestar a esta pregunta (o, mejor dicho, de aproximarnos a una respuesta satisfactoria que todavía no se ha encontrado del todo) es recurrir a la termodinámica, como hizo el físico Erwin Schrodinger en 1944 en su muy citado libro Qué es la vida. Este famoso físico (y Premio Nobel) hizo notar que una célula se enfrenta al temible segundo principio de la termodinámica, según el cual todo sistema completamente cerrado tiende inevitablemente al aumento de la entropía, es decir, se desliza hacia el estado de máximo desorden (o de mínima organización), que es el de equilibrio termodinámico o, si nos queremos poner dramáticos, de muerte.
Para que un animal viva es necesario que entre desde el exterior alimento, agua y oxígeno. Tiene que comer, beber y respirar. La vida está basada en el metabolismo, que, nos dice Schrodinger, significa en griego “cambio” y también «intercambio». Pero ¿qué es aquello que se intercambia y mantiene al organismo con vida?, se pregunta el mismo Schrodinger. Tradicionalmente se nos ha contado, recuerda Schrodinger, que el intercambio del ser vivo con el exterior es de materia y energía. Pero, en un organismo en estado estacionario (es decir, estable), ¿qué diferencia hay entre un átomo de dentro y uno de fuera, entre una caloría de dentro y una de fuera? ¿Por qué habría de intercambiar átomos y calorías con el exterior? La verdadera respuesta, dice Schrodinger, está en el segundo principio de la termodinámica. En efecto, para mantener constante el orden y la organización dentro del organismo, tiene que incrementarse la entropía (el desorden y la desorganización) fuera. Cualquier proceso o acontecimiento que ocurre en la naturaleza representa fatalmente un incremento de la entropía allí donde se produce. Un ser vivo está continuamente incrementando su entropía y, en consecuencia, tiende irremisiblemente hacia el estado de máxima entropía, que es la muerte. Para librarse de ella, todo el tiempo extrae del entorno orden. Así, mantiene su organización interna alimentándose de lo contrario de la entropía, comiendo lo que se podría llamar entropía negativa. O, puesto a la inversa, lo esencial del metabolismo es que el organismo intenta deshacerse constantemente de toda la entropía que no puede evitar producir mientras vive. La vida no viola las leyes de la física -las de la termodinámica, en este caso-, pero representa un caso muy especial.

¡Ultraje a la paella!

Diálogos con Ferlosio, p. 68

Por todo lo cual ya desde ahora advierto que, si por azar, afortunadamente harto impensable, me viese algún día -Dios no lo quiera, aunque tampoco dejaría de afrontar valientemente mis responsabilidades convertido de pronto en presidente de Gobierno, tengo muy meditado que, por el bien de los españoles, mi primer acto de gobierno no podría ser otro que un decreto-ley prohibiendo inmediatamente y sine die los Sanfermines de Pamplona, las Fallas valencianas, la Feria y Semana Santa de Sevilla, la Romería del Rocío y toda especie semejante, amén de incoar, simultáneamente y por la vía de urgencia, un proyecto de ley orgánica para la abolición de la Virgen del Pilar (¡Dios, que descanso para Zaragoza, para Aragón, y para España entera!).

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