Borges esencial, p. 119
La primera edición de Kristus och
Judas lleva este categórico epígrafe, cuyo sentido, años después,
monstruosamente dilataría el propio Nils Runeberg: No una cosa, todas las cosas
que la tradición atribuye a Judas Iscariote son falsas (De Quincey, 1 857 ).
Precedido por algún alemán, De Quincey especuló que Judas entregó a Jesucristo
para forzarlo a declarar su divinidad y a encender una vasta rebelión contra el
yugo de Roma; Runeberg sugiere una vindicación de índole metafísica.
Hábilmente, empieza por destacar la superfluidad del acto de Judas. Observa
(como Robertson) que para identificar a un maestro que diariamente predicaba en
la sinagoga y que obraba milagros ante concursos de miles de hombres, no se
requiere la traición de un apóstol. Ello, sin embargo, ocurrió. Suponer un
error en la Escritura es intolerable; no menos intolerable es admitir un hecho
casual en el más precioso acontecimiento
de la historia del mundo. Ergo, la traición de Judas no fue casual; fue un
hecho prefijado que tiene su lugar misterioso en la economía de la redención.
Prosigue Runeberg: el Verbo, cuando fue hecho carne, pasó de la ubicuidad al
espacio, de la eternidad a la historia, de la dicha sin límites a la mutación y
a la muerte; para corresponder a tal sacrificio, era necesario que un hombre,
en representación de codos los hombres, hiciera un sacrificio condigno. Judas
Iscariote fue ese hombre. Judas, único entre los apóstoles, intuyó la secreta divinidad
y el terrible propósito de Jesús. El Verbo se había rebajado a mortal; Judas,
discípulo del Verbo, podía rebajarse a delator (el peor delito que la infamia
soporta) y a ser huésped del fuego que no se apaga. El orden inferior es un
espejo del orden superior; las formas de la tierra corresponden a las formas
del cielo; las manchas de la piel son un mapa de las incorruptibles
constelaciones; Judas refleja de algún modo a Jesús. De ahí los treinta dineros
y el beso; de ahí la muerte voluntaria, para merecer aún más la Reprobación.
(En la foto Harvey Keytel en la película de Scorsese)
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