La feria, JJ Arreola, p. 71
-Bueno, ya basta. Palo dado ni
Dios lo quita. Lo malo es que haya habido tanto escándalo. A muchas tuvieron
que sacarlas a fuerzas porque se les venció el plazo y no se fueron por la
buena. Hubiera usted visto cómo trataron en el laberinto a los policías y a las
gentes del juzgado que fueron a un lanzamiento de pirujas; el que no salió arañado
se quedó sin camisa, y ni modo, eran mujeres. A la Trafique la tuvieron que
sacar entre cuatro y en peso para subirla al camión. A don Tiburcio le
rompieron los lentes de un manotazo y de milagro no lo dejaron tuerto. Lo que les
iban diciendo por el camino, del presidente municipal para abajo, es lo que
nadie ha oído en toda su vida. Ya. en el Municipio, armaron una grita de todos
los diablos. Dicen que en castigo, a las más rebeldes se las echaron a los
presos, para que las pusieran en paz, porque los policías no ajustaron. Buenó,
eso dicen…
-Dicen que a la gente se le ha pasado la mano
en las denuncias y que no contento con señalar a las que de veras le hacen al
áijale, algunas viejas quedadas se aprovecharon para echar de cabeza a más de
una muchacha decente, diciendo que la habían visto entrar y salir de tal o cual
casa colorada.
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