Auschwitz, Sybille Steinbacher, p. 136-137
Los trabajos para la eliminación
de cadáveres debían ser realizados por presos del llamado comando especial. Éste
estaba formado principalmente por internos judíos de diferentes nacionalidades,
pero también formaban parte de él otros no judíos y prisioneros de guerra
soviéticos. Su número rozaba los ochenta en abril de 1942., pronto pasaron a
ser doscientos, a comienzos de 1944 unos cuatrocientos y, finalmente, en julio
de 1944 durante la fase culminante del genocidio, cuando el comando tenía que
trabajar de noche y de día haciendo turnos, llegaron a ser casi novecientos. De
los vagones, descargaban en la rampa el equipaje de los recién llegados, los acompañaban hasta el cuarto
del edificio del crematorio donde debían desnudarse y sacaban sus cadáveres de
la cámara de gas; tenían que arrancar de las mandíbulas de los muertos los
dientes de oro, quitarles los anillos y a las mujeres cortarles el pelo largo. Llevaban
luego a los asesinados en el montacargas o en vagonetas hasta la sala de
combustión, los incineraban, cavaban fosas comunes y fosas para la quema de
cadáveres. Si los cadáveres eran incinerados en fosas, un proceso que duraba
horas, tenían que controlar el fuego y, para aportar aire, mover los cuerpos
ardientes con azadones de acero mientras eran vigilados e impelidos por guardias
de las ss; los huesos que no resultaban quemados debían ser machacados hasta
ser pulverizados.
El Reich alemán también sacaba
provecho de los muertos: el oro de los dientes fue fundido y convertido en
lingotes que se enviaron al banco del Reich. Del pelo humano se obtenía hilo de
fieltro para la industria bélica, y probablemente también servía para la
fabricación de colchones y cuerdas; entre los compradores que pagaban cincuenta
centavos por kilo, estaba la cardería de Bremen y la fábrica de fieltro Alex
Zink cerca de Núremberg. La ceniza no sólo se esparció como abono sino que se
usó como material de relleno en la construcción de carreteras y caminos y como
aislamiento térmico en construcciones de los campos. Huesos humanos pulverizados
eran vendidos por las ss a una empresa de abonos de Strzemieszyce.
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