Somos más o menos treinta mil.
Unos dicen que más, otros que menos. Somos treinta mil desde siempre. Desde que
Fray Juan de Padilla vino a enseñarnos el catecismo, cuando Don Alonso de Ávalos
dejó temblando estas tierras. Fray Juan era buena gente y andaba de aquí para
allá vestido de franciscano, con la ropa hecha garras, levantando cruces y
capillitas. Vio que nos gustaba mucho danzar y cantar, y mandó traer a Juan
Montes para que DOS enseñara la música. Nos quiso mucho a nosotros los de
Tlayolan. Pero le fue mal y dizque lo mataron. Dicen que aquí, dicen que allá.
Si fue en Tuxpan, lo hicieron cuachala. Si fue aquí, nos lo comimos en pozole.
Mentiras. Lo mataron en Abola a flechazos. Sea por Dios.
Antes la tierra era de nosotros
los naturales. Ahora es de las gentes de razón. La cosa viene de lejos. Desde
que los de la Santa Inqulsici6n se llevaron de aquí a don Francisco de Saavedra,
porque puso su iglesia aparte en la Cofradía del Rosario y dijo que no les
quitaran la tierra a los tlayacanques. Unos dicen que lo quemaron. Otros que
nomás lo vistieron de judas y le dieron azotes. Sea por Dios, lo cierto es que
la tierra ya no es de nosotros y allá cada y cuando nos acordamos. Sacamos los
papeles antiguos y seguimos dale y dale. "Señor Oidor, Señor Gobernador”
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