l. AFINANDO MI PIANO
Para alguien como yo, cuyas
actividades literarias desde 1920 se han limitado principalmente a escritos
legales y la redacción de la Investigación, lo más duro de la tarea que me
proponga, por ejemplo, la explicación de un dia en 1937 cuando cambié de
opinión, es llevarla adelante. Nunca he intentado meterme en estas cosas, pero
me conozco lo suficiente como para darme cuenta de que una vez se haya roto el
hielo, las páginas saldrán una tras -otra, pues por naturaleza soy expansivo y
el problema será atenerse a la historia y no perder de vista el tema central.
No tengo dudas al respecto: puedo predecirme correctamente casi siempre porque,
por más que la opinión de aquí en Cambridge diga lo contrario, soy una persona
bastante coherente. Si otra gente (por ejemplo, mi amigo Harrison Mack y su
mujer Jane) piensan que soy excéntrico e impredecible, ello se debe a que mis
acciones y opiniones no son coherentes con sus principios, si es que tienen
alguno. Pero os puedo asegurar que son coherentes con los mios. Y aunque mis
principios pueden cambiar de vez en cuando -este libro, recordad, se refiere a
uno de esos cambios--, yo siempre los tengo en abundancia, más de lo que
preciso en la práctica, y por lo general tienen que ver entre sí
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