O ... pasaba recorriendo el puente de mando desde un
extremo al otro, mirando distraído a lo lejos, comprendí también que quien no
se aburre no sabe narrar. Pero e! aburrimiento ya no tiene cabida en nuestro
mundo. Han caído en desuso aquellas actividades secretas e íntimamente unidas a él. Esta y no otra es la
razón de que desaparezca e! don de contar historias, porque mientras se
escuchan, ya no se teje ni se hila, se rasca o se trenza. En una palabra, pues, para que florezcan las
historias tiene que darse e! orden, la subordinación y el trabajo. Narrar no es
solo un arte, es además un mérito, y en Oriente hasta un oficio. Acaba en
sabiduría, como a menudo e inversamente la sabiduría nos llega bajo la forma
de! cuento. El narrador es, por tanto, alguien que sabe dar consejos, y para
hacerlo hay que saber relatarlos. Nosotros nos quejamos y lamentamos de
nuestros problemas, pero jamás los contamos.
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