De Ojos que no ven de J.A. González Sainz, p. 145
Tú te habrás codeado con quien quieras, le podía haber dicho, que eso tú sabrás lo que haces; tú habrás visto o te habrán dicho lo que quieras o lo que hayas querido creer, pero saber, saber de veras, lo que se dice saber por dónde te da el aire o dónde te aprieta el zapato, de eso nada, hijo mío, de eso nada de nada. Sentir una auténtica preocupación o como un remusguillo de temblor verdadero ante las personas y las cosas, un respeto también ante las palabras con que se habla de las personas y las cosas, de eso nada. Hablas todo el día de enemigos, de este pueblo, de opresión, de historia y de guerra, de sufrimiento, de ellos y los nuestros. Sublimar, ¿no es ésa la palabra que usáis tanto? Pues de eso se trata, sublimación del montón de gusanillos que le andan siempre a cada uno y ganas de enredar y de joder continuamente la marrana. Siempre hay muchas cosas que están mal en este mundo, hijo, le tenía que haber dicho, muchas, y algunas peor, como decía tu abuelo, pero siempre se pueden empeorar todavía mucho más por mal que estén al querer arreglarlas por donde es mejor no tocar, al querer tomar un camino que se cree que es un atajo maravilloso y resulta que ni es atajo ni es camino ni lleva a nada que no sea a lo mejor a despeñarse mis tarde o más temprano.
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