No es sólo el afán de lucro lo que me mueve a sacar de nuevo estos Cuentos completos. El editor, que es quien tiene la palabra en estos casos, ha decidido lanzar al público esta segunda edición, sin duda persuadido de que no es muy grande el riesgo que corre; no parece que tendrá que almacenar el tiraje íntegro en sus pasillos, como le ocurrió —hace ahora veinte años— a aquel arrojado empresario, de firmes ideales republicanos, que publicó mi primer título de narraciones breves, Nunca llegarás a nada.
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En la anterior ocasión opté por recoger en el primer volumen todas las narraciones situadas en el espacio regionato, para incluir en el segundo todas las restantes. Ahora, para animar un poco la cosa (y de paso tratar de pinchar a algún crítico) he obedecido a una distribución diferente, convencido de que aquella tímida clasificación geográfica ni quita ni pone nada a las categorías literarias del conjunto. Así pues, en esta ocasión, el primer volumen incluye las —por llamarlas así— novelas cortas, tan distintas de los cuentos, reunidos en el segundo tomo. También estoy convencido de que en fecha no lejana cualquier estudioso o comentarista nos vendrá a explicar, de manera tan concluyente como insatisfactoria, cuál es la diferencia entre novela corta y cuento.
Una última apostilla a ciertas aprensiones vertidas en el prólogo de la edición anterior. Creo que, poco a poco, voy superando el miedo al textólogo y, gracias sobre todo a iniciativas (como esta segunda edición) tendentes a buscar para mis escritos un público algo más vasto que el que hasta hace bien poco me distinguía con su favor, empiezo a esperar para el conjunto de mi obra el premio de cierta desconsagración, que es lo mejor a que puede aspirar un escritor: ser leído más por el público aficionado que por el profesional de las letras. Por eso decía que por esta vez no me mueve tan sólo el afán de lucro.
Juan Benet, febrero de 1981
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