Te quiero más que a la salvación de mi alma
INCIPIT 233. LA NATURALEZA DE UN CRIMEN. JOSEPH CONRAD, FORD MADOX FORD
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Me imagino que ya estarás en Roma. Es muy curioso lo presentes que estáis para mí tanto Roma como tú. Hay un monte al que nunca se te ocurriría ir, y esto es lo curioso... Ayer, al final de la tarde, me encontraba en la cima y te vi llegar caminando desde un lugar situado en la falda del monte. Siempre es mediodía allí: ante el espectador se alzan los siete pilares del Foro, con sus capiteles entrelazados, formando un ángulo recto. En sus bases yacen algunos detritos, un león de mármol roto, y creo —no estoy seguro — que la estatua de bronce de la loba amamantando a los dos niños. Observé cómo tu vestido rozaba la hierba: era gris, de un tejido fino. No conoces, supongo, la imagen que ofreces cuando no eres consciente de ser observada. Yo te estuve observando largo rato: observé a la persona que eres para mí.
Ayer vi a tu marido en el club; me dijo que no regresarías hasta finales de abril. Cuando volví a mi aposento encontré una carta. Te hablaré de ella más tarde, te prohíbo que leas
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