Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

ITALO CALVINO Y FÉLIX DE AZÚA Y JAIME SALINAS Y JUAN BENET

Febrero 8, 2006. Archivado en: El blog de Félix de Azúa
Nos acompañaba Juan Benet, quien no calló ni un instante. Estaba en uno de sus momentos estupendos y parloteaba sin cesar sobre la construcción del monumento a los Inválidos, la prosa de Saint-Simon, el uso de la madera de boj en los grabados de Vallotton, los falansterios, y otros ejemplos de creatividad francesa. Así pasó bastante más de media hora.
Una vez en la calle, con mares de agua sobre nosotros, nubes de alcohol en los ojos y ausencia total de taxis, Jaime se puso nerviosísimo. Estaba sumamente irritado por nuestro comportamiento, aunque lo disimulaba con elegancia. Corría bajo la lluvia hacia la esquina derecha en busca de un taxi y luego corría hacia la esquina izquierda cuando cambiaba el semáforo y luego nuevamente hacia la esquina derecha. Por fin, totalmente empapado y frenético, se dirigió a Benet en una explosión de cólera incontenible y le gritó:
“¡Juan, hazme el favor de ponerte histérico ahora mismo!”
Benet, que no había dejado de parlotear, lo miró desde sus casi dos metros de altura repentinamente sereno y consternado. Alzó la vista. Levantó una mano. Un taxi se detuvo ante nosotros. De inmediato. Sin demora. Como si hubiera estado allí esperando una señal suya desde la invención del motor de explosión. Todo había sucedido en tres segundos.
“Un día lo estrangularé con mis propias manos”, mascullaba Jaime mientras entraba en el taxi muerto de la risa.

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