De El corrector, de Ricardo Menéndez Salmón, p. 89
A lo que se ve, alguien con ganas de llamar la atención había acuchillado la diadema que la reina luce en la pintura, y los destrozos, si no considerables, eran importantes. El mundo de las artes plásticas es sumamente extraño, mucho más que el mundo de la literatura, donde en realidad apenas quedan ya vocaciones y casi todo es temor y temblor, pero poca, muy poca carne en el fuego de la palabra, y las multitudes de escritores se conforman con disponer de un buen paraguas para su vanidad, que no para su genio, pues incluso las excentricidades sólo se toleran si van acompañadas por la bendición de los mercaderes.
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