1. EL TEJIDO VIVO Y ELÉCTRICO
Imagine lo siguiente: en lugar de
enviar un vehículo de exploración de doscientos kilos a Marte, mandamos al
planeta una sola esfera que cabe en el extremo de una aguja. La esfera, utilizando
energía de las fuentes que la rodean, se divide en un ejército diversificado de
esferas parecidas. Las esferas se unen entre sí y de ellas comienzan a brotar
diversos accesorios: ruedas, lentes, sensores de temperatura y un completo
sistema de dirección interno. Se quedaría atónito al ver cómo se va formando ese
sistema.
Sin embargo, solo hay que ir a
cualquier guardería para encontrarnos con algo parecido. Allí podrá observar a
niños pequeños que lloran y que comenzaron siendo apenas un solo óvulo microscópico
fertilizado; ahora, en cambio, se están desarrollando para convertirse en seres
humanos enormes, repletos de detectores de fotones, apéndices multiarticulados,
sensores de presión, bombas de sangre y una maquinaria para metabolizar la
energía de todo cuanto les rodea.
Y ni siquiera es esta la mejor
parte de los humanos: hay algo mucho más sorprendente. Nuestra maquinaria no
está completamente preprogramada, sino que descifra el mundo interactuando con
él. Nos enfrentamos a tareas diversas y sabemos cómo abordarlas.
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