Lo coexistencia del comunismo y
la religión es concebible en una sociedad como, por ejemplo, la italiana. ¿Por
qué? Porque Italia no es todavía un país completamente industrializado (el Sur
forma virtualmente parte del Tercer Mundo) y, por lo tanto, para los campesinos
y los últimos artesanos la religión es un fenómeno natural y sincero. También
la burguesía italiana, que es muy reciente (casi todos nuestros abuelos eran
campesinos: en 1870, cuando se alcanzó la unidad de Italia, el noventa por ciento
de los italianos eran analfabetos), vive aún, con mentalidad rural, la religión
como una necesidad. De los ocho millones de votantes comunistas, una gran parte
no solo es católica por mentalidad, sino que además es practicante. El laicismo
en Italia es un fenómeno aristocrático, cultivado por élites burguesas en el
contexto europeo.
La Guerra Fría y el anticomunismo
en Italia son, por lo tanto, dos cosas estúpidas, y el diálogo, instaurado por
Juan XXIII, estaba ya en las cosas y en los hechos. Todo lo demás era herencia fascista.
Para los países totalmente industrializados
y con grandes y viejas burguesías (Inglaterra, Estados Unidos) el asunto es muy
distinto. El laicismo (que es la religión del liberalismo) tiene una gran
difusión, también entre la clase trabajadora. Así pues, la religión (el
protestantismo, religión tradicional de la burguesía) se ha liberalizado;
comunistas, hay pocos. La cuestión del «diálogo» no está de actualidad; o en
todo caso es un problema de asuntos exteriores.
Por tanto, comunismo y religión
pueden coexistir en los países preindustriales, en los que comunismo y religión
se oponen en concreto como dos ideologías distintas. En los países
industrializados (capitalistas o socialistas) tal coexistencia no es más que un
hecho teórico, porque en realidad no se da una coexistencia histórica y objetiva.
Para terminar, quisiera decir, no
obstante, que lo contrario de la religión no es el comunismo (que, aunque haya
tomado de la tradición burguesa el espíritu laico y positivista, en el fondo es
muy religioso); lo contrario de la religión es el capitalismo (despiadado, cruel,
cínico, puramente materialista, causa de la explotación del hombre por el
hombre, cuna del culto al poder y nido horrendo del racismo).
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