Azaña. Josefina Carabias
Algún tiempo después, cuando ya estaba recogiendo sus cosas
para marcharse, doña Lola le dijo al bueno de Paco Galicia:
-Como yo sé que se va a marchar usted a España y que, aunque
se quedara aquí, también tendría que pasar estrecheces porque hay falta de todo
y también de dinero ... en fin ... no sé cómo decírselo ... Yo tengo ahí un
armario lleno de cosas de mi marido. Trajes, abrigos, camisas ... Todo nuevo.
Lo interior está sin estrenar. Usted es el único de todos los amigos que tiene
su misma talla ... Si no le importara ... En fin, Paco, disculpe si no le
parece bien lo
que le digo.
A Paco Galicia, que era tan sentimental, se le llenaron los
ojos de lágrimas.
-¿Qué me dice? ¿Que me va usted a dar la ropa de don Manuel?
Pero ¡ésa es la mayor alegría que me puede usted dar! ¡El mejor recuerdo! Lo
llevaré con mucho orgullo, con un cariño enorme ... ¡Se lo agradeceré siempre
... !
-Muchas gracias, Paco, muchas gracias. Ya sé lo que usted le
quería.
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