Al poco tiempo, vi la cara de
Ronnie en un permiso de conducir. U nas semanas después, consiguió un
pasaporte. El expendedor estaba en la oscura página de la red llamada
Evolution; tras reunir toda la información sobre “Ronnie”, hizo copias sin las
fotos. Luego desapareció. Esto es bastante común: los expendedores suelen ser
tan granujas como quienes quieren comprar sus mercancías. Otro expendedor
conseguía los documentos a velocidad alucinante y, con todo en su sitio, daban
el pego a cualquiera. Puede que no en el control automático de pasaportes electrónicos
de Heathrow, pero un pasaporte británico es un medio de acceder a otras formas
de identidad, así como a un mundo de legitimidad. Lenta y digitalmente, “Ronnie”
empezaba a ser un hombre con todo lo que
había que tener: cara, dirección postal, pasaporte y tarjetas de descuento.
Empezó a charlar con personas reales en Reddit, o con personas que tal vez
fueran reales, y su vida en Twitter y en Facebook revelaba que era una criatura
con entusiasmos y prejuicios. En la actualidad, todo el mundo puede ser
Frankenstein y su monstruo, el soñador enloquecido y su criatura gótica, y la tecnología
instrumental parece alimentar la idea. Ronnie, en el mundo, era un producto de
la imaginación, pero en los foros de discusión no era menos convincente que el
resto. «Amigo” se ha convertido en verbo en el idioma inglés (“amistar”),
dejando la expresión “ser amigo” para referirse al viejo universo de los
cordiales apretones de manos y las miradas sinceras a los ojos. Las personas “se
amistan” con otras personas en Facebook y “se hacen amigas”, pero muchas nunca
llegan a conocerse en persona. Las conexiones en la red pueden conducir hasta
una presencia fría, hasta una persona legítima como tal pero inexistente. La
interacción social de Ronnie en la red podía ser complicada y enérgica y tener
carácter, pero daba la impresión de que todos aquellos con quienes contactaba
tenían un yo que ocultar y nada que enseñar por sí mismos más allá de sus
ocurrencias y sus salidas. En cierto momento, su cuenta de Twitter fue hackeada
y bombardeada por cientos de seguidores derechistas robóticos. Su “información”
lo había vuelto vulnerable a programas que mandan propaganda (spambots), a
otras máquinas y a la basura informática que se pega a entidades como Ronnie
con toda naturalidad. Ninguno de estos fantasmas cotidianos llegaba por primera
vez y Ronnie se adentró, como por ósmosis, en las zonas más criminales de
internet, donde la clandestinidad se gana su sustento.
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