Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

LOS DOWAYO

El antropólogo inocente, Nigel Barley, p. 77
La tierra es gratuita en el país Dowayo. Cada cual puede coger la que quiera y construirse una casa donde guste. N o obstante, esa política no produce excedentes agrícolas. Todos cultivan lo mínimo posible. Limpiar la tierra y cosechar son ya tareas bastante duras. Pero lo peor es lo que hay que cavar a mitad del período de crecimiento. A fin de aliviar el tedio de este proceso se celebran grandes fiestas de la cerveza en las que los trabajadores permanecen mientras queda qué beber; luego se van ·a otra fiesta y se llevan al anfitrión. De esta forma, el trabajo se ve interrumpido por tandas de borracheras en sociedad. Aunque el mijo alcanza un precio elevado en las ciudades, a los dowayos no les atrae vender allí, pues el mercado está controlado por los comerciantes fulani, que esperan obtener ganancias de entorno a un cien o doscientos por cien en todo lo que tocan. Puesto que también controlan el transporte, la remuneración que recibiría un campesino dowayo sería muy pequeña, por eso prefieren cultivar lo justo para su consumo y para atender sus obligaciones familiares si hay alguna celebración en perspectiva. Por lo demás, los márgenes son reducidos, y si llueve menos de lo que se espera antes de la cosecha, es posible que haya incluso escasez. Tratar de comprar algo en el país Dowayo es intentar nadar a contracorriente. Aunque no les resultaba rentable, los franceses introdujeron deliberadamente los impuestos para obligar a los dowayos a emplear el dinero. Sin embargo, siguen prefiriendo el trueque y acumulan deudas que se saldan matando una res en vez de con dinero." Si me hubieran dado mijo, yo habría tenido que pagar con carne o con mijo comprado en la ciudad.

No hay comentarios:

WIKIPEDIA

Todo el saber universal a tu alcance en mi enciclopedia mundial: Pinciopedia