1. Los misterios de Barcelona
Cuando Eugène Sue escribió Los misterios de Paris, un mundo, entre tenebroso e hilarante, salió a la superficie, aterrorizando a grandes masas de ingenuos lectores que seguían emocionadamente las peripecias de una lucha sin cuartel. El Bien y el Mal se enfrentaban en el dilatado escenario de la ciudad del Sena, llena a la sazón de violentos contrastes: palacios y buhardillas, jardines y catacuembas, imprecaciones y suusurros. Un caballero se quitaban entonces, elegantemente, el sombrero de copa al ofrecer su brazo a una seductora marquesa -desconocida, por el momento -mientras unas calles más allá agonizaba en su tugurio, víctima de los malvados prestamistas, un hornado comerciante, ahora en la más negra miseria. Lo peor era, sin embargo, el angustioso desamparo de la huérfana, la candorosa y bella Leonor, señorita en edad de merecer. ¿Triunfaría, también, en esta ocasión, la verdad?
Los misterios de Paris desencadenaron inmediatamente otros misterios urbanos y, entre nosotros, fue muy célbre el que publicara Anatonio Altadill bajo el título de Barcelona y sus misterios. Altadill que durante la primera República fue gobernador civil de Guadalajara y, más tarde, de Murcia, habí apublicado ya otras novelas con sustancioos títulos: Los hijos del trabajo, José y la mujer de Putifar, Amor de esposa, ¡Madre mía¡, etc. Altadill tení aun hermano llamado Carlos, a quien se desigana con el encarecido mote de "El Gandul", sin duda porque no daba golpe, y que murió tristemente en la Casa de Caridad. "El Gandul", aunque le repugnaba el tra-
No hay comentarios:
Publicar un comentario